Comentario: Bester Quartet, antes Cracow Klezmer Band (Cracovia, Polonia, 1997), lideradopor Jaroslaw Bester, interpreta música klezmer y balcánica, La música tradicional de los judíos de Ashkenazim (Europa del este). Con el primero de los nombres lleva publicados varios álbumes en el prestigioso sello Tzadik, de John Zorn.
El cuarteto es tan extraordinario como desconocido, y partiendo de la música klezmer va aglutinando multitud de influencias, entre las que se encuentran el tango, el jazz, la música hindú o el clasicismo barroco. Caracterizado por un sonido descriptivo, sugerente, imaginativo e incluso narrativo, no duda en emplear la onomatopeya, sin con eso obtiene lo que persigue. En ocasiones es el trinar de un pájaro, y en otras es el lamento de un delfín, y mas aún, la sirena de un barco de sonido grave y distante, y mas allá, un réquiem por un vida cortada en flor, improvisaciones delirantes, desenfrenadas y disonantes que arrollan en oleadas de arrebatos que van y vienen con distinta fuerza e intensidad, pero que no se olvidan de que el alma está presente en cada nota, en cada idea, en cada acción de cada uno de los componentes. Y tanta entrega y pasión tiene su reconocimiento en el numeroso, culto y entendido público, que abarrota la ermita de San Roque, aplaudiendo cada tema como si fuera el último.
En el cuarteto donde todos hablan de todo y entre todos, ofreciendo generosos su música a todos, ecos profundos y melodías espirituales que van creciendo en intensidad y virtuosismo. Jaroslaw Tyrala saca de su violín un chirrido quejumbroso y transforma su arco en la espada del doncel; Wojtek Front convierte sus dedos en trapecistas en la cuerda floja; Jaroslaw Bester crea atmósferas de tango vertiginoso y se disfraza de organista para crear ambientes de pasión que derriban muros, en una orgía de virtuosismo que brilla con luz propia; Oleg Dyyak, con sus endurecidas y desnudas manos, nos hace ver que son danzarines de fuego ardiente en trance, capaces de modificar nuestro ritmo cardiaco. Afortunados músicos todos ellos por poseer tanta felicidad y ser capaces de transmitirla. Y afortunados aquellos que saben programar Música, por encima de etiquetas, sabiéndola llevar a lugares inusuales donde el reconocimiento será su mejor recompensa.
Esto no es el final, aunque pueda parecerlo. Sí, es verdad que con el Bester Quartet se ponía punto final a esta tercera edición del Jazz Sigüenza, pero estoy seguro que habrá muchas mas, por lo que solo será un punto y seguido. Y además, como soñar no cuesta nada, soñemos con ediciones donde músicos como Emmanuelle Somer, Tord Gustavsen, Scott DuBois, Aires Tango (Javier Girotto), o nuestros compatriotas Sumrrá, tengan un lugar para expresar su arte, además de ser comprendidos y admirados. Si, ya sé, “la vida es sueño y los sueños, sueños son”, pero...
Texto © 2007Enrique Farelo
Fotos © 2007 Javier Nombela