Comentario:
Con veintiséis
primaveras a sus espaldas, Lucía Martínez puede
presumir de haber conquistado al menos el primer e importantísimo
jalón de su sueño. En breve aparecerá
en el mercado su primer trabajo discográfico, Soños
e Delirios, en el que, junto a su cuarteto, colaboran
artistas renombrados como Perico Sambeat o la cantante portuguesa
Maria Joao. Bajo el marco del IberoJazz, la viguesa desplegó
su artillería rítmica con vitalidad, entrega
y entusiasmo propios de quien descubre por primera vez la
música pero ya es un maestro cuando lo hace. Su actitud
desenvuelta, inquieta y creativa confiere a sus composiciones
una fuerte personalidad, forjada gracias a su formación
en diferentes ámbitos estilísticos y, sobretodo,
a un carácter abierto y progresista. Muchos músicos
notables de nuestro entorno se empozan fácilmente en
su propio universo por no escuchar música, por carecer
de esa sana iniciativa de recibir influencias diversas para
incorporarlas a su propio lenguaje. En ese sentido, conozco
a pocos músicos tan dispuestos como Lucía a
conocer y buscar, aún cuando ello signifique coger
las maletas e invertir mucho tiempo y esfuerzo. El resultado,
en su caso, me parece maravilloso. En Portugal, donde ha sido
recientemente galardonada con el premio al mejor intérprete
y mejor grupo en el Festival de San Luiz (Lisboa), ha sabido
encontrar y dar forma a un cuarteto que habla el mismo lenguaje.
En él se recogen influencias del jazz intimista de
los países nórdicos, tesituras rítmicas
actuales y, sobretodo, un aire ibérico y lindante con
el flamenco que sorprende en su repertorio. Sobrevolando a
toda su cuadrilla -bien armada en las sutilezas y la economía-
Lucía los abraza a todos como si fuese su madre espiritual,
disparando con oportunidad sobre los platos, acariciando sus
cachivaches de percusión y jugando con el ritmo incesantemente
y con autoridad. Su presencia se nota y se disfruta y, a pesar
de su humildad, es evidente que es una líder natural.
Llegará muy alto.