Comentario: El fuerte de la propuesta de Miriam Aida es sin duda la materia prima con la que trabaja, y es que el cancionero popular brasileiro esconde hermosos tesoros incluso en aquellos temas más versionados y de mayor difusión entre el público. No pocos de estos últimos se interpretaron el pasado sábado en el Palacio de la Ópera, con lecturas que, en la mayoría de los casos, fueron fieles –o al menos intentaron serlo– a los originales. El espectáculo se convirtió, en virtud de esa elección, en una celebración del samba-cançao. Un punto de inflexión llegó con “Choro pro Zé (Guinga)” que, aunque concebido para homenajear al saxo alto de Zé Nogueira, tuvo una buena réplica en la interpretación de Fredrik Kronkvist, sin duda una de las mejores bazas del noneto y un balón de oxígeno en algunos momentos. La inclusión de esa pieza en el repertorio fue la única sorpresa y la constatación de que, en un formato más reducido, el conjunto podía ofrecer más debido, sobre todo, a un sonido deficiente que se agravaba con el concurso colectivo y en el que el piano fue el mayor perjudicado. Fue una pena porque Mäns Mernsten dejó intuir apuntes buenos entreverados en la opacidad del sonido del conjunto al completo. Hay que reconocer, por otro lado, la valentía de la cantante sueca para enfrentarse a un idioma que le es ajeno –aunque su castellano es más que notable–, pero es inevitable, en cambio, recordar otras voces mucho más personales y dotadas defendiendo ese repertorio. Seguramente en disco, con una producción cuidada, el noneto de Miriam Aida funcione. En directo son las composiciones las que verdaderamente se sostienen, echándose en falta una mayor dosis de personalidad en la interpretación. En resumen: una buena intención y un resultado discreto.
© 2008 Quinito L. Mourelle