Comentario: Que Antonio Serrano es un virtuoso de la armónica no lo vamos a descubrir a estas alturas, y que Javier Colina es uno de los más sólidos bajistas nacionales, tampoco.
Juntos atesoran mucho swing a sus espaldas. Melodías y ritmos que fluyen con una claridad meridiana y que llegan directas al público. Esa fue la línea general del concierto que inauguró una nueva edición de Jazz en la Politécnica. Un repertorio en su mayoría cocinado por Antonio Serrano, compuesto por unos ingredientes muy agradables de saborear: un poco de Monk, algo de sabor latino, samba brasileña, un poquito de lirismo con Jaco Pastorius y de postre un blues clásico. Acompañados por Guillermo McGill a la batería y Mariano Díaz al piano, Antonio Serrano y Javier Colina forman un buen equipo. En sus recitales sus diálogos son los que llevan la iniciativa, bien replicada por los otros dos colosos de la rítmica.
El concierto comenzó con “Monk´s Mood” de Thelonious Monk, que sirvió para entrar directamente en ambiente. En cada pieza que interpreta, Serrano extrae las máximas posibilidades a su armónica cromática. Un instrumento que se aclimata a la perfección en las baladas, como en el caso de “Una mujer”, compuesta por Serrano, sosegada, con el piano a fondo, el contrabajo a medio gas y las escobillas en la batería. Una invitación susurrante para el baile.
Los siguientes temas, “ Rabo de nube” (arreglo de una canción de Silvio Rodríguez), otro de Stevie Wonder y “El Comandante” añadieron un motivo más para corroborar la calidad que atesora Antonio Serrano, siempre dibujando ambientes mágicos y sugerentes.
Por su parte, Colina imprime solidez y carácter en todos los proyectos que participa. Sus solos son una demostración de talento y una referencia para el resto de los músicos. Si a ello se une la clase de Mariano Díaz, que pudo lucirse en dos temas del compositor brasileño Ivan Lins, y la categoría de Guillermo McGill, el concierto resultó atractivo, justo tal y como se esperaba de unos músicos muy contrastados en el panorama nacional.
Para terminar, Antonio Serrano recreó una pieza del contrabajista Jaco Pastorius y realizó una versión apoteósica del clásico “Sweet Georgia Brown”, interpretado para mejor lucimiento del grupo. Con estos cuatro músicos siempre está garantizada la diversión. ¿Qué más se puede pedir para pasar hora y media de optimismo musical?