Comentario:
El primer concierto celebrado en el Teatro del Bosque de la cuarta edición del Festival de Jazz de Móstoles reunió a una formación multicultural con un ligero predominio del rasgo latino entre sus componentes. Sin embargo, a diferencia de lo que pudiera parecer a priori, el grupo no respondió al cliché conocido de los ritmos más calientes. Al contrario, los ritmos cubanos sirven para acentuar determinados momentos, pero no se convierten en protagonistas. Al mando del sexteto, el trombonista de Houston Frank Lacy y el cubano Román Filiú, ex componente del mítico grupo Irakere. Junto a ellos, cuatro reputados músicos que supieron estar a la altura en todas las combinaciones que se presentaron a lo largo del concierto.
Para abrir boca, una composición de Román Filiú, “Ñanga”, tema con mucha fuerza y un primer solo de Frank Lacy, seguido por la réplica de Filiú y una escalonada entrada de Melón Lewis, con la rítmica culminando el tema. Seguidamente llegó una buena versión del “Donna Lee” de Charlie Parker, donde los arreglos de Filiú, a diferencia de lo que se podía esperar, no se dirigieron por los derroteros latinos, sino que afloraron notas de corte tradicional. Frank Lacy alterna la trompeta de bolsillo con el trombón, otorgando colorido y frescura al tema, y la fórmula del sexteto, intercambiando saxos con trombón, impregna al concierto de una gran fuerza.
La sorpresa llegó con una versión del conocido tema “My Way”, donde se pudo comprobar por primera vez la aportación de Javier Colina quien, con su especial forma de acariciar el contrabajo, pudo lucirse, tanto en una buena introducción como en los momentos más líricos de la pieza, una balada con arreglos de Filiú, donde también brilló Ariel Brínguez, un tenor con grandes recursos y versatilidad.
Pero fue Frank Lacy quien acometió con gran fuerza el cuarto tema de la noche, una versión de “Epistrophy” de Monk, con una marcada presencia de Ariel Brínguez al tenor y de Melón Lewis, de nuevo excelente, en las notas a piano solo. El tema culminó con un mano a mano entre Lukmil Pérez y Javier Colina, que dio paso de nuevo al conjunto del grupo.
Un clásico del folclore cubano, “Drume Negrita”, sirvió como broche a una buena actuación de este sexteto. El inicio de la rítmica y el resto del grupo apoyando, dio paso al mejor solo de la noche de Filiú y una nueva demostración de intercambio de instrumentos a cargo de Frank Lacy, quien, a diferencia de otros conciertos, no imprimió una fuerza exagerada al trombón ni mostró fuertes notas de cara a la galería, sino que supo adaptarse a las características del grupo. Esta formación tiene empaque, mantiene un gran equilibrio entre todos sus miembros y las individualidades son de una contrastada calidad, lo necesario para ofrecer un concierto muy aplaudido, tal como resultó en esta ocasión.