Comentario: Hace tiempo que Richard Galliano encontró acomodo en las músicas populares de diferentes partes del globo. Partiendo del tango y la fuerte influencia del gran maestro Astor Piazzola, ha visitado y visita con desparpajo y sentimiento otras formas musicales como la música de cámara, la brasileña, los boleros, el tango o el musette (popular baile de salón en la Francia de principios del siglo XX), del cuyo rescato del olvido es responsable.
Richard Galliano busca la belleza por la belleza, valiéndose del tango y del jazz fundamentalmente, apoyándose en grupos no muy numerosos pero de sonido perfecto y excelente sincronización entre todos los componentes, y perspectiva cercana al público. Su música viaja desde el París bohemio al portuario Buenos Aires, con elegancia, virtuosismo y sobre todo poesía. Tan fino como preciso, carente de exhibiciones circenses o concesiones a la galería, yendo directo al grano y obteniendo un sonido limpio que destila pureza.
De manera fulgurante entró el cuarteto para dejar caer los primeros obsesivos y alegres compases del bailable “Tangaria”, posibilitando que fueran desfilando gran parte de las composiciones que se incluyen en su último trabajo que lleva por título Luz Negra.
La tierna “Chat pître”, el bolero sin voz humana “Sanfona”, la brasileña y emblemática “Sertaõ”, con destacado papel de Richard Galliano y el violinista Alexis Cárdenas con el complemento de las percusiones ligeras y flotantes de Rafael Mejías y la suavidad del contrabajo del belga Philippe Aerts. Mención aparte merecen, el recuerdo a su compatriota Erik Satie y la composición “Gnossienne No.3”, interpretada con sutil serenidad, o las tres magníficas intervenciones a dúo que ensalzaron el impecable trabajo de los acompañantes, alternándose la agudeza del acordeón de Richard Galliano con la gravedad del contrabajo de Philippe Aerts, el in crescendo y entrelazado del violín de Alexis Cárdenas con el acordeón de Richard Galliano o el hipnótico duelo del acordeón y las maracas de Rafael Mejías cual metáfora del encantamiento de una serpiente.
Belleza y disfrute para los sentidos de propios y extraños, sentimientos impropios para tiempos difíciles.