Comentario:
El elenco elegido por el compositor brasileño Ivan
Lins para su gira de este año se vio mermado a última
hora por las bajas del guitarrista Romero Lubambo, el percusionista
Cyro Baptista, la cantante Brenda Russell y el teclista y
productor Jason Miles. El que sería un espectáculo
centrado en recrear la atmósfera de A Love Affair.
The Music of Ivan Lins (Telarc 2000), ideado, arreglado
y producido por el citado Jason Miles, se quedó en
un simple concierto de la banda habitual del brasileño,
a la que se sumó la estupenda cantante Nnenna Freelon
como única aportación de esa pátina norteamericana
recogida en aquel disco, un trabajo del que el propio Lins
no está muy satisfecho. Aunque la personalidad de esas
bajas hubiese supuesto un considerable plus, lo cierto es
que la formación que finalmente se presentó
en la noche pontevedresa inaugurando la XVI edición
de su festival arropó sobradamente al autor y preservó,
en cambio, ese otro espíritu más brasileño
y doméstico de su música. Definir ésta
no es tarea fácil porque cabalga entre la MPB, el standard
americano, la samba-cançao, el jazz o
la mera canción romántica. Puntualmente, y a
lo largo de su dilatada carrera, Lins ha visitado géneros
como la bossa-nova, el choro o incluso el
fado, tamizados siempre por su extraordinario gusto armónico,
principal baza de su cancionero. Elegir entre ese repertorio
tan vasto no debe resultarle fácil. Aunque podría
vivir de rentas repitiendo eternamente algunos de sus éxitos
con la misma fórmula con la que se hicieron populares,
su inquietud le ha llevado a sacar del fondo de armario los
temas antiguos para barnizarlos con nuevos arreglos armónicos
y rítmicos. “Novo Tempo”, por poner un
ejemplo, se vistió como un reggae marcado
suavemente. Otro de los juegos que le gusta exponer en directo
son las citaciones, tanto de otros autores como de temas de
su propia cosecha (fenómeno que en literatura se define
respectivamente como intertextualidad general e intertextualidad
restringida y que podría aplicarse también en
el jazz): así se permitió citar durante la interpretación
de “Love Dance” la melodía de “Antes
que Seja Tarde” (uno de sus éxitos de 1980) y
“A Rá” de Joao Donato; “Velas Izadas”
(que interpretaría más tarde) entre los compases
de “Daquilo que eu sei”; “Aguas de Março”
(Jobim) en pleno “Soberana Rosa” o el añejo
“I Got Rythm” y “Birdland” de Weather
Report en la propina “Madalena” (cuyos acordes
sirvieron también para presentar el espectáculo).
El saxofonista Marcelo Martins y el guitarrista uruguayo Leonardo
Amuedo se repartieron los solos y el esfuerzo jazzístico
de la velada. El primero estuvo especialmente inspirado en
“Despois dos Temporais”, aunando técnica
y fluidez y perfilando un instinto melódico que subyace
en toda la música del carioca. Amuedo puede jugar con
la retórica de Joe Pass (como hizo en “Daquilo
que eu Sei”, tema que el propio Pass grabó en
1991), transmutarse en el guitarrista más brasileño
o jugar con frases escuetas de corte más roquero sin
abandonar nunca, al igual que Martins, el mencionado sentido
melódico. Aunque con poca participación en los
solos (virtud para la que está sobradamente dotado)
no puede pasarse por alto, en una concepción musical
de tan cuidada visión armónica, la participación
del pianista Marco Brito, constante generador en la sombra
del precioso colchón armónico sobre el que descansa
la voz de Lins. Y, aunque haya quedado para el final y hablando
de voces, la de Nnenna Freelon merece todos los elogios. Con
un ligero barniz que recuerda a Ella Fitzgerald, la cantante
estadounidense lo bordó en “Dindi” (que
sirvió de homenaje a Jobim y al 50 aniversario de la
bossa), en “Começar de Novo”,
“Love Dance…” con una voz poderosa y nada
afectada. Su scat es bonito y poderoso y además
fue un acierto que cantase las versiones en inglés,
pues el portugués seguramente se le hubiese atragantado.
Pronto aparecerán nuevos y variados proyectos del músico
brasileño (con orquesta, con versiones en castellano
y con quinteto de jazz) que vendrán a completar una
trayectoria sumamente creativa.
Texto © 2008 Quinito L. Mourelle
Fotos © 2008 Xacobe Casal