Comentario: La visita del grupo James Carter Quintet no pasó, ni mucho menos, desapercibida por San Javier, en la once edición de su festival de jazz, sino todo lo contrario. Único concierto en nuestro país y presentación de su último disco Present Tense, grabado con el sello Universal, fue todo un lujo y deleite para los que tuvimos la ocasión de asistir.
El líder del quinteto, James Carter, es uno de los instrumentistas de viento más virtuosos y originales del panorama jazzístico mundial. Su formación le llevó a tomar parte en bandas tan exigentes y arriesgadas como la Lester Bowie Band o la Mingus Big Band, donde tuvo un papel muy destacado gracias a ese virtuosismo del que es capaz. No en vano juega con diferentes instrumentos, desde el saxo tenor, alto, barítono y soprano, hasta el clarinete bajo o la flauta, y en todos ellos utiliza sonidos más allá del extremo de la tesitura de cada uno, un estilo característico con efectos percusivos a modo de staccato sobre la lengüeta o slap y un lenguaje de jazz clásico y vanguardista a la vez, lo cual le otorga un carácter propio como músico, en lo que se ha dado en llamar jazz progresivo, post bop y jazz de vanguardia.
El proyecto, concebido en principio para una formación de all stars, no fue presentado como tal, debido en parte a la ausencia de alguno de sus componentes, es el caso del anunciado trompetista Curtis Taylor sustituido por un joven Dwight Adams.
Después de presentar al grupo, a cuarteto, se lanzaron con una primera pieza, como introducción del concierto. Tras la exposición de la melodía con el saxo soprano, Carter comenzaba a recrearse en un solo largo, plagado de líneas bebop, donde no faltaron recursos, fraseos y citas del gran precursor de este estilo: Charlie Parker. Los solos se alternaban entre piano, saxofón y batería, en una rueda interminable de ocho compases, para después volver a la reexposición de la pieza. Y así, sin más preámbulos, el grupo daba paso al siguiente tema, “Rapid Shave”, y el líder presentaba al quinto componente de la formación, el trompetista Dwight Adams. La versión “Rapid Shave” es un blues de veinticuatro compases a tempo fast, composición de otro gran saxofonista, Stanley Turrentine, donde ya pudimos apreciar la arrolladora descarga musical a la que nos enfrentábamos. A una breve introducción de piano, contrabajo y batería, le precedía una melodía, esta vez con la flauta de Carter y la trompeta con sordina de Adams, una conjunción de sonidos muy sugerente y bien acoplada. Primer solo para el trompetista, que tardó un poco en hacerse con la dinámica que sus compañeros, ya calientes, le ofrecían. Las bases armónicas y rítmicas aportadas por Gerard Gibbs, Ralph Armstrong y Leonard King creaban un colchón musical seguro y arropaban cualquier amago de improvisación en los solos de trompeta y flauta. Para adornar y acabar el tema, King, se introdujo en un mágico solo de batería, contenido y abierto a la vez, apoyado por un suave background de la sección de vientos. La versión de “Tenderly”, una balada standard, con una exposición de la trompeta con sordina, cambiaba por el momento la trayectoria del concierto sumergiendo al público en una atmósfera apacible que invitaba a continuar sentado y escuchar atentamente, sin perder detalle de lo que se gestaba en el escenario. Los solos de piano, saxo tenor y contrabajo con arco dieron paso a una reexposición final de Carter en la que comenzaron a sonar los efectos percusivos, slap, que el músico suele utilizar con frecuencia y que en esta ocasión utilizó para enganchar con el siguiente tema, otro standard, versión funky, esta vez con una introducción de todos los miembros del grupo, imitando la sonoridad tensa y urbana de una calle cualquiera de una gran ciudad como Detroit o Nueva York. La fuerza rítmica y sonora de Armstrong y King se hace omnipresente durante el desarrollo del tema. En el vamp, una forma pedal que a veces se emplea para finalizar algunos temas, las alusiones a piezas clásicas como “Caravan” o “Summertime” acercan al oyente a ese mundo onírico entre el presente y el pasado, entre el jazz de vanguardia y su forma clásica, esta última tan necesaria como fundamento de todo lo nuevo que se hace hoy día en la música de jazz.
Cabe destacar la labor magistral del pianista Gerard Gibbs en todo el concierto y en especial en la balada “Song Of Delilah”, donde aportó todo su buen hacer con el piano, flexibilidad y técnica, elegancia, virtuosismo y hasta ese gran sentido del humor propio de todo buen artista que se precie de tal condición. Para finalizar, un bis a petición del público, el tema de James Carter “Bossa J.C”, incluido en este álbum, levantaba de sus asientos a los presentes en el auditorio con la esperanza de alargar el concierto algo más, dando la sensación de no querer despedirse de este pragmático músico y su grupo.
Un gran concierto en la onda de jazz más vanguardista y contemporánea que hayamos podido ver y escuchar en este festival, aunque por fortuna no el único. Lo cierto es que proyectos así son de agradecer por parte de un público que lejos de la ignorancia, sabe apreciar la buena labor de los músicos que tiene ante sí y sabe valorar un proyecto en la medida en la que los artistas transmiten y se dan con su esfuerzo sobre el escenario.