Comentario: Antes de presenciar el concierto de Jef Neve, me apresuré a escuchar sus dos últimas grabaciones. Solo había oído buenas palabras acerca del joven belga, y su concierto en Madrid unos meses antes suscitó bastante interés. Ni Nobody Is Illegal ni Soul In A Picture me llamaron particularmente la atención, aunque escuché en ellos algunos momentos interesantes y un enfoque muy estudiado de la composición.
Neve es un pianista dotadísimo y su preparación es extraordinaria, y su actuación en Vitoria lo dejó muy claro. Su juventud juega en su favor, aunque en cierta forma, también en su contra, con una eclosión incontenible de ideas cuya convivencia parece imposible.
“A Waterfall Never Comes Alone” abrió un concierto en el que se tocaron originales de ambos discos y algún tema inédito con demasiada entrega; tanta, que el espectador se veía fácilmente avasallado por la cantidad de estímulos ante los que se encontraba. Los acompañantes de Neve, su trío habitual en realidad, no ayudaban mucho. Aparte de algunos problemas de afinación de lo más molestos, el contrabajista Piet Vebist tocaba mucho más de lo requerido en ese contexto, aunque no era nada en comparación con el insoportablemente explosivo Teun Verbruggen, que aporreaba inmisericorde su batería exento de toda empatía con sus compañeros. Si unimos esto a que Neve no es precisamente un pianista discreto, nos encontramos con un maremágnum de notas que lejos de enfatizar el conjunto le daban un aura caótica poco beneficiosa.
El inédito “The Space We Need” manifestó dos de las principales influencias de Neve: la música clásica y Brad Mehldau. “Soul In A Picture” evocó la otra, el omnipresente EST y su concepto de trío, que parece haber infectado a todos los pianistas jóvenes europeos. “Saying Goodbye In A Small Piano” mostró a un Neve mas cerebral, como encerrado en sí mismo; un camino que quizá deba seguir el belga, librándose de peso muerto (como su trío, por ejemplo) y de influencias recurrentes y un tanto manoseadas.
Con todo, el concierto tuvo momentos de interés y rezumaba en todo momento un gran potencial (al fin y al cabo, ¿no se trata de eso?) que puede depararnos muy buena música en el futuro. Si a eso añadimos que Neve se gana al público con su cara de niño travieso, sus locuaces y encantadoramente ingenuas presentaciones, y títulos divertidos como “Nothing But A Casablanca Turtle Slideshow Dinner”, podemos encontrarnos ante una de las grandes figuras del próximo jazz europeo.
Algunos cronistas de conocidos diarios abandonaron indignados el auditorio poco después del comienzo de la actuación. Una muestra más de la bajeza periodística de nuestro país ante músicos poco conocidos que tienen que sufrir parcialidad e ignorancia. Parece que algunos son alérgicos a las propuestas no avaladas por premios, o dotadas de un interés menor por su falta de originalidad. Aunque esos que se rasgaron las vestiduras en Vitoria suelen nutrirse también de “influencias” (o de lo que leen a terceros, vaya); porque si tuviesen que decidir por sí mismos o en base a sus conocimientos si algo está bien o mal, estaríamos perdidos. Neve puede estar verde o descaradamente influenciado por las tendencias, pero al menos sabe lo que toca.
¿Sería tanto pedir que quien escribe sobre un músico, sepa de lo que habla?
¿Sería tanto pedir que quien escribe sobre un concierto, lo presencie en su práctica totalidad?
Por lo visto sí.
© 2008 Yahvé M. de la Cavada