Comentario:
La música de Henry Threadgill es muy difícil de definir si se intenta ir más allá de los datos biográficos, las etiquetas y los clichés. Esto suele ocurrir en pocas ocasiones. Es algo que sucede cuando, como en este caso, estamos ante un artista que con su música nos regala el resultado de una búsqueda realizada durante varias décadas y con un marcado carácter personal. Las sensaciones que provoca su música van por barrios. A algunos es capaz de transportarnos a un nivel de consciencia en el que la atención se centra en ese todo que es su música. Allí el tiempo se pliega de forma que los minutos pasan a tanta velocidad que un concierto o disco da la impresión de haber durado apenas unos pocos segundos.
Las circunstancias se aliaron para que distintos catalizadores de la música de Threadgill estuviesen presentes en su concierto en el Club del Victoria Eugenia: un local recogido y una buena entrada dadas las dimensiones del sitio. También colaboró la situación de los músicos y su cercanía al público. El quinteto estaba colocado apenas a un par de metros de las primeras filas y al nivel de los asistentes. Todo ello creó un ambiente cálido, que fue suficiente para que el músico de Chicago mostrase esa magia que ha sabido atesorar a lo largo de los años. Sus compañeros supieron entender a la perfección la esencia de su música, de esas composiciones que diseccionadas aparecen como una creación multifocal, pero que sin embargo tienen la difícil virtud de mostrarse como un ente único.
Los asistentes lo supieron valorar. Los fríos datos indicarían que fue aproximadamente una hora y media de concierto, en el que se incluyeron un bis y dos apariciones sobre el escenario inexistente para saludar a una audiencia encantada. Henry Threadgill es algo más que un veterano viviendo de las rentas: con sus casi setenta años es un músico que se encuentra en plena efervescencia creativa. Para los aficionados, para todos, el poder asistir a un concierto como el de San Sebastián es todo un lujo.
Texto: © 2008 José Francisco "Pachi" Tapiz
Fotografía: © 2008 Sera Martín
