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    BARRY HARRIS TRIO / DIANNE REEVES
XXV Festival de Jazz de Madrid 2008
  • Fecha: 12 de noviembre de 2008.
  • Lugar: Teatro Real (Madrid).
  • Componentes:
    Barry Harris Trio:
    Barry Harris: piano
    Chuck Israels: contrabajo
    Leroy Williams: batería

    Dianne Reeves:
    Dianne Reeves: voz
    Peter Martin: piano
    Peter Sprague: guitarra
    Darry Hall: contrabajo
    Gregory Hutchinson: batería

  • Comentario:

    Barry Harris subió con ganas al escenario: antes de tomar asiento ya estaba trazando elegantes líneas sobre el teclado. Acompañado en esta ocasión por Chuck Israels al contrabajo (sólido y discreto) y Leroy Willams a la batería (efectivo y por momentos necesitado de intervenciones solistas), el pianista ofreció un variado repertorio de standards con su habitual elegancia y esa economía de medios que le caracteriza: Harris no es de los que transmiten los sentimientos contenidos de un modo evidente… con él la emoción queda implícita, recostada sobre un mullido colchón de swing, bien escogidas armonías y delicadas, pero estables, escalas y líneas de notas. Todo ello traído a escena para disfrutar, como tantas veces antes, de un puñado de clásicos inmortales.

    Habrá quien lamente que el estilo de Harris suene tan “poco aventurado”, tan poco moderno… lo cierto es que el pianista lleva haciendo esta música toda la vida, y continúa encontrando y transmitiendo placer con ella. Para bien o para mal, la vigencia de este jazz despreocupado y profundo es indudable, frente a tanta aparatosa y, a fin de cuentas, epidérmica propuesta. En todo caso, nadie podrá negar arrojo a Barry Harris, que se comportó en el imponente Teatro Real del mismo modo que lo hizo, en otras visitas a Madrid, en medio del cálido ambiente de clubes de jazz como el tristemente clausurado Bogui o el Café Central. El calor que pretendía transmitir, un calor “de tú a tú” con su público, nos llegó en gran parte diluido por la distancia y por un sonido insuficiente. De todas maneras, nada impidió que el público le acompañase en la improvisada “7-2-3-4-5” y en los coros de “Nascimento”, el tema con aromas de Jobim, con el que Harris suele cerrar sus actuaciones.

    En definitiva, un concierto lastrado en parte por motivos externos a la música, pero artísticamente muy atractivo.

    Dianne Reeves es de esas cantantes que en disco parecen constreñidas, faltas de una garra que sobre el escenario derrochan. En efecto, tras un vivaracho primer tema instrumental, la vocalista subió a escena con energía y dejó en seguida buena muestra de sus mejores armas: un control admirable de la modulación vocal y un dramático uso del scat (del que luego llegaría a abusar).

    Sacudiéndose de encima los ecos de su laureada y ya penúltima grabación (banda sonora de la película Good Night, And Good Luck), Reeves evitó cuidadosamente los standards, basando su actuación en su reciente When You Know.

    Esta cantante parece tenerlo todo para llegar muy alto, pero sus resultados nunca acaban de ser redondos; sobrada de dotes vocales, técnica y presencia escénica, falla una y otra vez en los arreglos (en general muy facilones) y en el repertorio (composiciones del montón en su mayoría). Tras la elegancia valseada de “Windmills Of Your Mind” o los fraseos impregnados de blues de “Today Will Be A Good Day”, podía llegar un sonrojante coqueteo con el pop más comercial (“Lovin You”, “When You Know”).

    Pese a la irregularidad del concierto, la Reeves se mostró cómoda en todo momento, arropada por una banda de sonido muy flexible. Peter Sprague brilló a lo largo de la noche con luz propia; Peter Martin dejó un puñado de improvisaciones atractivas y originales, aportando buenas dosis de calor; Darry Hall estuvo sobrio y atento, y Gregory Hutchinson se lució con acompañamientos tan abigarrados como cambiantes, aunque en exceso fogosos (se echó en falta un mayor diálogo con sus colegas).

    Dentro de un arco expresivo muy variado, Dianne Revees destacó especialmente en unos fragmentos cantados a capella sin amplificación y en algunos pasajes con claras influencias africanas. El punto álgido de la noche llegó en el bis dedicado a la recientemente desaparecida Miriam Makeba con una contagiosa y demoledora versión del célebre “Pata Pata”.

    Ojalá llegue el momento en que esta vocalista confíe más seriamente en sus posibilidades musicales y deje de sentirse obligada a impactar a su público constantemente con golpes de efecto.

    En cuanto al sonido –con una mezcla algo desajustada– no fue precisamente el que uno espera escuchar en el Teatro Real.


    © 2008 Ricardo Arribas – Sergio Zeni