Comentario: Henri Texier y su sexteto Strada se presenta en Madrid con las credenciales de su último trabajo, Water Alert (Label Bleu, 2006) y de sus recientes visitas a Sigüenza en el 2006 y Terrassa y Vigo en el 2007, ambas con éxito rotundo y con la única variación instrumental del trompetista Alain Vankenhove en lugar del guitarrista Manu Codjia.
Abren con el tema “Work Revolt Song” con energía y arrebato a través de la sección de metales que muestra todo su arsenal desde el principio con un dinamismo y una movilidad nunca vistos recorriendo el escenario de un lado para otro, ocultándose entre bastidores con solos en off y volviendo a reunirse en el centro para combinar elementos tomados de cuatro en cuatro en una explosión de júbilo que llega al cielo. Mientras, Henri Texier explora todos los territorios de su contrabajo sin dejar resquicio y Christophe Marguet lanza un racimo de misiles en busca de objetivo.
Con este comienzo ya podíamos intuir lo que se nos venía encima. En “O Elvin” –en homenaje a Elvin Jones– Henri Texier es el maestro de ceremonias que domina desde su púlpito con su impactante contrabajo dejando que los solos se sucedan uno tras otro, Sebastien Texier en el clarinete alto, después el contorsionista Gueorgui Kornazov al trombón de varas o François Corneloup en el saxo barítono. ¡Esta pequeña-gran orquesta te estalla en la cara, te rompe los tímpanos!
Este concierto se convierte en una fiesta de actividad frenética donde todos tienen cabida. Irrumpe la trompeta de Alain Vankenhove con un verbo que inunda el aire con mil notas de colores, casi en silencio maúlla el clarinete de Sebastien Texier combinándolo con el saxo barítono de François Corneloup en una curiosa y original convergencia de sonidos agudos y graves.
En “Tonle Sar”el saxo alto de Sebastien Texier tintinea como estrella del firmamento y Gueorgui Kornazov es un acróbata del trombón de varas que lleva al grupo a una marcha delirante de inteligencia superior.
En “Sacrifice” el saxo alto de Sebastien Texier muestra un fraseo fluido pero sincopado, a veces desesperado, angustiado y desquiciado en contraposición al saxo barítono de François Corneloup que lo hace desde el prisma de la delicadeza y los buenos modales uniéndoseles Henri Texier y Christophe Marguet en el frenesí en el que convergen desde detrás del telón toda la sección de metales para crear un mundo imaginario de sonidos frente a los micros.
Y así fueron desfilando uno tras otro temas como “S.O.S. Mir”, “Sacrifice D’eau”, “Valse A L’eau” hasta la propina “Sommeil Caillou”, pero ya no era importante hablar de estos o de otros temas, lo verdaderamente importante era haber podido asistir a un concierto único con improvisaciones a todo tren, música riquísima en variaciones, permutas de instrumentos, entradas y salidas de los músicos de la escena como si de un gran teatro se tratara y de tantas y tantas cosas más que no se pueden expresar con palabras.
Y es que esta música, este espectáculo sin par no es para leerlo en esta pequeña reseña, ni tan siquiera para escucharla en disco, es para verla, sentirla, palparla y vivirla, dejando que envuelva todo tu ser como una segunda piel.
¡Sorprendente, extraordinario e inusual, algo nunca visto ni oído en directo! ¡Como de otro mundo!