Comentario: El pluriempleo es una actividad de la vida que se lleva a cabo de forma muy habitual, pero que no siempre reporta resultados tangibles para quien la desarrolla, pues como bien señala el dicho popular, “quien mucho abarca, poco aprieta”. Algo muy similar le ocurrió al trompetista norteamericano Nicholas Payton a lo largo de la actuación que ofreció en la sala Luz de Gas y dentro del Festival de Jazz de Barcelona. Payton, que se presentó en formato de cuarteto, utilizó todo un despliegue multi-instrumental a lo largo del concierto: tocó la trompeta, el piano, el Fender Rhodes e, incluso, llegó a cantar en diversos temas. Tantas facetas concentradas en un mismo músico de forma inevitable debían pasar factura, y así sucedió, pues nos encontramos con un líder que presentó una propuesta que quedó en muchos momentos difusa y excesivamente imprecisa, lo que conllevó como principal consecuencia que se olvidara durante bastantes minutos de tocar la trompeta divagando por los teclados o simplemente cantando.
Sin ser excelso en la interpretación a la trompeta, su instrumento, Payton desplegó intervalos de calidad y de gran contundencia sonora, pero que por desgracia para los aficionados no cultivó con excesiva asiduidad. Su discurso como trompetista dejó claro que sigue siendo uno de los mejores músicos de la actualidad con este instrumento, ostentando un sonido profundo y con un planteamiento contemporáneo, pero con un sustrato de tradición que se hizo palpable en cada una de las notas que emitía. Lástima que se diluyera en exceso en la interpretación de su instrumento en beneficio de los teclados, y “diera la nota” cantando en diversos temas, actividad artística que sin duda alguna realizó con desacierto y mal gusto. Mencionar la excelente sección rítmica que acompañó al trompetista, muy especialmente en las aportaciones del contrabajista Vicente Archer y el baterista Marcus Gilmore, que ofrecieron algunos de los mejores solos de la velada.
Texto © 2008 Juan Carlos Abelenda
Fotos © 2008 Carmen Llussà