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CONGS FOR BRUMS + SIR RICHARD BISHOP + EVANGELISTA
Caprichos de Apolo 2009

  • Fecha: 28 de enero de 2009.
  • Lugar: Sala Apolo 2 (Barcelona).
  • Grupos:
    Congs for Brums:
    Ches Smith (batería, percussion, electrónica)
    +
    Sir Richard Bishop (guitarra)
    +
    Evangelista:
    Carla Bozulich (voz, guitarra eléctrica)
    Tara Barnes (bajo eléctrico)
    Francesco Guerri (cello)
    Dominic Cramp (electrónica)
    Ches Smith (batería, percusión)

  • Comentario:

    Un hecho insólito para empezar: el concierto empezó un cuarto de hora antes. Y, por tanto, me perdí parte de la actuación de Congs for Brums, el proyecto en solitario de Ches Smith (batería de los Secret Chiefs entre otros grupos). El disco de este proyecto no está nada mal. Quizá es una idea que se ha de elaborar más pero que parece que si profundiza en ello puede llegar a ser algo con muy buenos visos. Y por lo visto en el concierto me reafirmaría en esa idea. La ventaja de los directos es que en determinadas propuestas permiten añadir cosas o matizar esas impresiones que uno tiene al oír las grabaciones. Congs for Brums no es un proyecto de jazz, ni mucho menos, pero tampoco lo es de rock. Es una opción, una excrecencia necesaria que surge de alguien que se ha movido y se mueve en los límites del rock más expansivo, a tocar en la vanguardia, en el ruido o en la improvisación. Es un proyecto que crece en los directos, pero también es en ellos donde tenderá a mostrar ciertas fisuras. Smith estuvo apabullante en la batería. No necesitó más. Con esos multirritmos rockeros y ataques contundentes. Bombo, caja y goliat como una oruga. Agitando la tierra. Haciendo restallar un plato colocado a más de metro y medio del suelo. Sobrado siempre. Perfilando unos pasajes de energía y definición cercana al rock, pero en otra longitud de onda. Sin embargo, los fragmentos sobre los que trabajó con la percusión electrónica y los efectos no le salieron tan bien. Me pareció que se liaba. No llegó a surgir nada de entidad. Pasaba de una cosa a otra a trompicones, y más parecía un muestreo de exposición que otra cosa. De aquella noche me quedo con el Ches Smith estrictamente percusionista.

    Tras una larga espera, salió al escenario Sir Richard Bishop, miembro fundador de Sun City Girls, y que lleva ya años prodigándose como improvisador con la guitarra acústica (por cierto, llevaba un modelo precioso de estilo Maccaferri). Un poco siguiendo en general la línea emprendida por John Fahey, Bishop crea sus improvisaciones echando mano de músicas tan diversas como la hindú o el jazz manouche, el flamenco o la música árabe y, por supuesto, el folk norteamericano. Abrió la actuación, quizá en deferencia al público, con una pieza de aires aflamencados que a algunos les pareció insuficiente. Llegado este punto, me gustaría hacer una puntualización, y es que no creo que quisiera batirse en esto del flamenco. Es más, la impresión que tengo es que si llega a sonar de ese modo es sobre todo por un nexo establecido más bien desde la música norteafricana. En cualquier caso, no lo hizo mal para mí, ni en esa pieza ni en otra por el estilo que interpretó en cuarto lugar. Era lo que era, alguien de su mundo y con su bagaje acercándose a otros estilos no para emularlos sino para aprovechar algunas de sus cosas (de hecho no hubo ningún tema que sonara únicamente a cualquiera de los estilos mencionados). Tras la apertura, Bishop ofreció una breve versión del tema central de la película El topo de Alejandro Jodorowski. Contenida, con un fondo triste y con mucho de fronterizo. Tras ello hizo un medio tiempo con aire de standard de jazz que le salió realmente precioso. Digno de acompañar a una cena íntima. Los últimos cuatro o cinco temas que tocó se acercaron más a esas formas derivadas de Fahey, eminentemente americanas, improvisaciones que serpentean radiantes y llenas de ocurrencias. Es un músico que se nota que viaja por el mundo, y que toma notas y fotos de lo que ve. No se trata de virtuosismo sino de simpatía, de reconocerse uno –al menos yo– en lo que él hace como una pequeña historia de una parte de la música que ha escuchado. Lo mejor de la velada.

    Finalmente, lo de Evangelista fue otra cosa y anduvo por otros derroteros. Su último disco, Hello, Voyager no está mal. Sin ser ninguna maravilla tiene algunas cosas buenas. Pero en directo, al menos por lo visto esa noche, parece que la lectura que hacen de su propio material es en clave de “mirad que jodido está el mundo y suerte que estoy aquí para contarlo”. Es lo que les ocurre a muchos grupos de rock cuando actúan en directo. Se niegan o son incapaces (habría que ver en qué proporción una y otra) de representar la riqueza y matices que consiguen en estudio. Que hay que ser más vigoroso, seguro, pero no se tienen porque perder por el camino muchos de los hallazgos que sí se podrían reproducir (otros quizá no). En fin, estuvo Ches Smith, que le dio fuerte, y eso ya fue algo. Al violonchelista ni lo oí, los berridos de la Bozulich y el jaleo general me lo impidieron. Algunos malditismos acaban convirtiéndose en puro spleen.

    Texto: © 2009  Jack Torrance