Comentario:
Gran expectación en Jazzazza, un local que apuesta por la buena música y la cultura, al incluir en su programación de conciertos para febrero a una de las bandas más carismáticas y experimentales del jazz que se hace en New York y se pasea por los circuitos jazzísticos de toda Europa.
Esta vez el grupo que subió a este humilde pero innovador escenario fue el cuarteto del saxofonista Dayna Stephens, músico virtuoso, perteneciente a esa generación de jóvenes talentos como el también saxofonista David Sánchez. Graduado en Berklee, ha colaborado en proyectos de músicos de gran prestigio como Wayne Shorter. Su último disco The Timeless Now, grabado en 2007, es un proyecto vigoroso, acompañado de artistas como John Scofield y el gran maestro Eric Harland.
Junto al saxofonista y para completar este cuarteto internacional, un trío formado por el pianista Albert Sanz, músico valenciano con una larga carrera en el mundo del jazz como compositor, docente y colaborador en cientos de festivales y conciertos, dentro y fuera de nuestro país. La presencia del contrabajista Dee Jay Foster, músico formado como casi todos ellos en el Berklee College of Music de Boston y colaborador en grupos de jazz, con músicos como Perico Sambeat, Jorge Rossy o el mismísimo Avishai Cohen y la aportación del batería R.J. Miller, cerraba una de las formaciones musicales de jazz más interesantes y vanguardistas del momento.
Tras esta introducción sólo me queda añadir un breve resumen del concierto. Éste estuvo divido en tres set, como anunciaba el propio contrabajista. La primera parte comenzó con el tema “Impressions” del gran saxofonista John Coltrane, que le serviría al grupo para compactar el sonido acústico de sus instrumentos en el lugar y donde ya apreciamos la inmediata conexión con el público que abarrotaba prácticamente el local. El sonido acústico del saxofón de Dayna Stephens buscaba su presencia entre los comentarios callados de la gente, hasta inundar con su sonoridad todo lo que allí estaba aconteciendo. Sus fraseos son coltranianos, concisos y arrolladores, un lenguaje profundo y mágico, arropado por las tensiones armónicas del pianista Albert Sanz, la complicidad de D.J. Foster y la sutilidad contundente, estilo Elvin Jones, de R.J. Miller con su batería. Los temas que siguieron en esta primera toma de contacto llevaban el nombre de los grandes maestros del jazz, desde Charlie Parker, en los temas bebop hasta la sosegada, pero no por ello menos compleja, creatividad del estilo hardbop de Wayne Shorter.
El segundo set fue una dedicación exclusiva a las creaciones de su ultimo disco The Tímeles Now, con un primer tema “Teeth”, donde el tratamiento moderno y diferente, en cuanto al estilo musical, se hacia patente y recordaba a esa formar de componer de Shorter en sus primeros tiempos o de Chris Potter más recientemente. Un segundo tema; “The Lost And Found”, una balada con un tempo a 4/4 en la que desarrollaron largos solos de piano, saxo y contrabajo, relajaba el ambiente y lanzaba esa invitación al silencio y a la escucha necesaria por parte de los presentes. En el siguiente tema, “Contagius”, a tempo de fast, pudimos apreciar la poderosa habilidad de R.J. Miller en perfecta interacción con el pianista y sobre todo en el solo de improvisación dejando claro que era él quien marcaba el tiempo y los espacios en el grupo, sin duda alguna. Para terminar eligieron “There’s That Smile”, un tema variable en su aspecto sonoro interno y cargado de diálogo entre la batería y el saxofón.
Tras el descanso dio comienzo la tercera parte del concierto que consistía en la realización de una jam session con músicos invitados. Para animar a los participantes comenzaron a golpe del tema standard “Cantaloupe Island”, de Herbie Hancock, y no tardaron mucho tiempo en aparecer los primeros pianistas y bateristas compartiendo escena con Dayna Stephens que no dudo en cambiar su saxo tenor por el contrabajo, con un Albert Sanz sentado a la batería o con D.J. Foster en el piano.
Queda la sensación de haber presenciado algo sumamente entrañable y creativo. Demostraron pertenecer a este momento temporal del jazz contemporáneo, con una constante añadida; la continua evolución en la que se encuentran inmersos, tanto en lo musical como en lo personal.