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FAST'N'BULBOUS. THE CAPTAIN BEEFHEART PROJECT
Temporada Arco y Flecha 2008-2009 / Caprichos de Apolo 2009

  • Fecha: 15 de marzo de 2009.
  • Lugar: Apolo 2 (Barcelona).
  • Grupos:
    Phillip Johnston: dirección, arreglos y saxo alto
    Rob Henke: trompeta
    Dave Sewelson: saxo barítono
    Jacob Garchik: trombón
    Pat Irwin: guitarra eléctrica
    Jesse Krakow: bajo eléctrico
    Richard Dworkin: batería


© César Merino, 2009

  • Comentario:

    “No hay mal que por bien no venga”.

    La noticia del accidente de Gary Lucas era sin duda mala: ¿cómo sustituir a un tipo que militó en la última Magic Band y que parece tener el secreto de esas guitarras punzantes, vitriólicas y definitivamente marcianas que siempre caracterizaron la música del Captain Beefheart? Encontrar a un guitarrista in extremis que tuviera unas aptitudes compatibles, que pudiera montarse al caballo en marcha, y todo ello en alrededor de una semana, no era tarea fácil.


    © César Merino, 2009

    Fast’n’Bulbous es un proyecto distinto al de Magic Band que hace unos años comandaron Lucas, John French, Mark Boston y compañía sin el Captain, y mucho más aún al de la típica formación revisionista al uso. Gary Lucas es el front man de esta formación, qué duda cabe, pero no menos importante es Phillip Johnston y los especialísimos arreglos que ha concebido para este proyecto. Es más, la diferencia y la esencia de Fast’n’Bulbous radica ahí, en esa visión nueva sobre la música de Don van Vliet. Y lo es por varias razones: porque la incardina en otro lugar, porque hace aflorar relaciones especiales (unas evidentes, otras no tanto, alguna que otra insospechada), porque aporta un sesgo nuevo sobre un material muy delicado y muy querido por los fans sin dejar de honrarlo ni traicionarlo. De hecho, si alguna pega le pondría a los discos que han editado en Cuneiform es que todo ese trabajo que han hecho los vientos queda un poco relegado tras la incontenible, imaginativa y fulgurante guitarra de Lucas (relegado o, simplemente, velado por la cegadora luz que ésta emite). No es que sea molesto oír a Lucas, sino que podría estar todo mucho mejor equilibrado.


    © César Merino, 2009

    Pat Irwin, el sustituto de Lucas, hizo un meritorio trabajo de adaptación pero la cosa era muy difícil. Le puso voluntad, sí, pero eso no bastó. Se le vio nervioso, demasiado preocupado y pendiente del atril, cercano al colapso en algún momento. Y esa preocupación se reflejó en sus dedos, sobre todo cuando sus partes adquirían preponderancia (podemos recordar “Woe-is-uh-Me-Bop” o “Trust Us”, por ejemplo). A medida que fue avanzando la actuación es cierto que se fue relajando y metiendo en el concierto, lo que ocurre es que al final lo mandó todo al garete con el solo que realizó en el último tema, “You Know You’re a Man”, que fue de lo más lejano a la “filosofía beefheartiana de la guitarra eléctrica”.

    Conscientes de todo ello, presumo que Johnston y la banda optaron por “adelantar” su línea de vientos, darle más relieve, más cuerpo. Y ahí estuvo una de las claves positivas de la otra noche, pues de este modo se pudo apreciar a la perfección ese trabajo cuidado y fiel que han llevado a cabo Johnston y compañía. Lo bueno del trabajo arreglístico de Johnston es que ha sabido tomar el espíritu único e iconoclasta del Captain y trasladarlo a su particular mundo musical. El ambiente era plenamente beefheartiano sin que las herramientas lo fueran, por decirlo de algún modo. Y al hilo de esto señalaría algo y es que, a diferencia del disco 21st Century Mirror Men de esa Magic Band citada antes, que se movía entre la nostalgia y la reivindicación, con Fast’n’Bulbous no se echa en falta al Captain Beefheart puesto que de inmediato se entiende que el juego es otro completamente distinto.


    © César Merino, 2009

    Fast’n’Bulbous tiene una sección rítmica dura pero quizá demasiado roquera (Krakow bien, pero encontré la batería de Dworkin carente de ese desligamiento rítmico que la caracterizaba en los discos clásicos de la banda), pero es en la fabulosa línea de vientos donde quedan resaltados los aspectos esenciales de Beefheart y la Magic Band. Por ejemplo, la extrañeza militante de su música, el amor por los viejos blues pero también por el jazz de los años 50 y 60, su dadaísmo punk (mucho antes de que nadie sospechará siquiera la posibilidad de una relación entre ambos), esa deriva fronteriza (de géneros) y geográfica (el Sur, México), y la indiscutible originalidad, y por tanto actualidad, de sus temas. Y hablando de México y de esa idea de México que el capitán tenía, y que como alguien acertadamente me dijo la otra noche era tan melancólica, recordar los estupendos unísonos de saxo alto y trompeta que se marcaron Johnston y Henke en “Dropout Boogie”. En general, se percibió ese ambiente “pachuco” en muchos momentos: en la entrada, con “Abba Zabba”, en “Trust Us” y, naturalmente, en “Pachuco Cadaver” y “Tropical Hot Dog Night”. Todos los sopladores hicieron sus solos, breves, bien dibujados e insertados con sentido (estupendo el de Sewelson en “When I See Mommy I Feel Like a Mummy”).

    A través del repertorio beefheartiano, Fast’n’Bulbous nos trajo jazz, blues-rock, opereta, fanfarria surrealista, esos aromas mexicanos –y de otros géneros populares y hasta de tercera–, y ese latido free que en su día Beefheart y la Magic Band tan bien supieron acercar hasta el rock más salvaje. Todo eso ofreció la otra noche Fast’n’Bulbous, no sólo rindiendo tributo a uno de los grandes del rock sino demostrando su plena vigencia. Concluyendo: no tuvimos a Lucas, lo que fue una pena, pero al menos pudimos centrarnos en apreciar la estupenda labor de los arreglos y los vientos.

    Texto: © 2009  Jack Torrance
    Fotografías: © 2009 César Merino