Comentario:
El dúo compuesto por Sylvie Courvoisier y Mark Feldman representa el virtuosismo de la música académica de cámara contemporánea y, por tanto, está bastante distanciado del jazz. Intentar comparar a Mark Feldman con los grandes nombres de la historia del violín en el jazz es una osadía o un accidente y en los mismos términos podemos hablar de su compañera sentimental y artística Sylvie Courvoisier en cuanto a pianistas se refiere.
La descripción la pone en marcha Sylvie Courvoisier disfrazando las teclas de gotas de lluvia que golpean de forma incesante al caer, mientras Mark Feldman alterna el arco y el pizzicato con serenidad y equilibrio creando un ambiente de suspendida complicidad y entendimiento con alternancia de velocidades cromáticas.
Juegos de silencios e improvisaciones libres, intenso diálogo de cuerdas del piano y el violín, fricción y pulso y despliegue técnico. Arte con mayúsculas, música sincera, ortodoxa, auténtica, descriptiva e imaginativa, no faltando a la cita pasajes intensos de orgásmicos fraseos.
Su música excepcionalmente se tararea, en otras se convierte en una tormenta sónica que parte de las teclas del piano o bien alcanza cuotas de romanticismo disonante y clásico formando un mosaico dramático y enigmático repleto de tonalidades claro-oscuro.
Composiciones como “Labariel” son motivo para que Mark Feldman intercale a modo de cita la Sinfonía Número 40 de Wolfgang Amadeus Mozart, terminando con “Two Speedy”, rápida pieza de profundo calado que combina sonidos agudos y graves entre el violín y el piano.
En definitiva, música culta y bella para oídos despiertos.
Bravos, vítores y aplausos y por supuesto un bis para regocijo del buen aficionado.