Comentario:
Las cosas no son siempre lo que parecen ni se ofrece lo anunciado. Ese es el caso del segundo concierto programado en las XIV Jornadas Jazz en la U.P.M., ya que se esperaba que Terence Blanchard interpretara su disco A Tale Of God's Will (A Requiem For Katrina) y en realidad lo que nos ofreció fue un adelanto de Choices, su próximo trabajo, cuya publicación se espera para el mes de junio del año en curso.
Terence Blanchard es, sin duda, uno de los más brillantes y destacados trompetistas de la actualidad y lo demostró a lo largo del concierto. Hizo de su música un ejercicio de intensidad y energía partiendo de la quietud y buscando el sentimiento profundo del interior del alma a través de su trompeta dorada de metal pulido.
En no pocas ocasiones sus composiciones se convirtieron en un tobogán de aceleraciones, deceleraciones, pausas, juegos de silencios y arrebatos que se elevaron hasta el cielo en busca de una respuesta imposible o se relajaron en fugas a piano solo que el cubano Fabián Almazán transformó en tierna poesía o Derrick Hodgen en monólogos reflexivos al mando de su contrabajo.
Terence Blanchard y Walter Smith mostraron sus mejores virtudes interactuando de forma aparentemente sencilla y sin estridencias, con soltura y maestría. El toque seco, swingueante y con estilo del saxofonista resistió las embestidas contundentes y puntuales de la batería de Kendrick Scott con el apoyo del oscuro contrabajo de Derrick Hodgen, lo que les llevó a destilar en ocasiones jazz de alto octanaje, mientras que en otras el toque cool de Terence Blanchard puso la tranquilidad desde la cual partir, una vez más, hacia desarrollos coloristas de elevado tono.
La conclusión o, mejor aún, la impresión que nos dejan Terence Blanchard y su quinteto es la de espiritualidad conceptual donde nada es gratuito ni es casualidad, donde no se busca el aplauso fácil ni populista del buen aficionado.
Con el bis “Ashé” –único tema de su álbum A Tale Of God's Will– se puso un broche final de elegancia, intensidad, sencillez, belleza y serenidad que supo agradecer con fervor el numeroso público que abarrotó la sala.