Comentario: Pocas veces se tiene la ocasión de asistir a un concierto con tantas alusiones a momentos fundamentales de la historia del jazz como el que ofrecieron Jon Faddis y su grupo en el Teatro del Bosque de Móstoles. A finales de la década de los 50, el primer quinteto de Miles Davis reinventaba el jazz y, en esa época, Dizzy Gillespie, uno de los creadores del be bop, continuaba fiel a su estilo de siempre, una corriente jazzística fuertemente arraigada y considerada tradicional. Jon Faddis (Oakland, California) ha seguido esta línea de continuidad, fiel a un sonido de trompeta limpio, en el que se juega con los tempos altos y con mucho swing.
Acompañado por una banda formada por una sección rítmica de lujo, los jóvenes Darryl Hall al contrabajo y Donald Edwards a la batería y el veterano pianista Jon Mayer, con el parkeriano Jesse Davis al alto, el concierto fue una fiesta para los sentidos, con el espíritu de Gillespie rondando por la cabeza de todos los asistentes. Un recital para saborearlo con intensidad en cada una de las piezas interpretadas.
El comienzo no podía ser mejor y lo hizo a los ritmos del “Milestones” de Miles Davis. En seguida llegó el primer solo de la noche a cargo de Jesse Davis para calentar el ambiente y a fe que lo consiguió, pues la entrada de Jon Faddis, con sus notas como chispazos, animó al público nada más empezar. A continuación fueron cayendo como fichas de dominó diferentes piezas eternas, como “Con alma”, “I Want To Be Happy” y una gran interpretación de “Body And Soul” donde, tras los acordes de Davis, se hizo con los mandos la sección rítmica, muy elegante a lo largo de toda la noche. Jon Mayer es un pianista de la vieja escuela que ha bebido de los nombre más brillantes del jazz y eso se puede apreciar tanto en los solos como en los acompañamientos. En una pieza a dúo con Jon Faddis y en otra interpretada exclusivamente con Hall y Edwards, Mayer alcanzó unos niveles de swing que contagiaron al público.
La parte final del concierto estuvo reservada para dos auténticas joyas. Por un lado, un tributo al Kind Of Blue de Miles Davis. Fue un placer escuchar las notas del “All Blues”, comenzado con el contrabajo de Darryl Hall, muy preciso toda la noche, y la sección de vientos a medio tiempo, poniendo mucha intensidad. Esta sección rítmica es una garantía para cualquier músico de jazz. Está donde debe estar en el momento justo.
Para acabar, el “Caravan” de Juan Tizol, con la entrada escalonada del batería, el contrabajo y la sección de vientos, que volvió a demostrar la calidad que llevan en sus venas y el “Bag´s Groove” de Milt Jackson, con el mejor solo de piano de toda la jornada. Un acertado concierto, de esos de los que se sale satisfecho de haber asistido a una señal inequívoca de la historia del jazz. Los temas sonaban a jazz elaborado con recetas tradicionales pero su resultado estaba listo para ser servido y apreciado por los mejores y más exquisitos degustadores. Una auténtica delicia.
