Cuando uno tiene la ocasión de ir a un concierto
en el que puede escuchar y ver el trabajo de un grupo como
el Christian McBride Quintet, con un proyecto recién
estrenado bajo el brazo (el álbum Kind Of Brown,
presentado con el nombre de Christian McBride And Inside
Straight y editado en 2009 por el sello discográfico
Mac Avenue), la posibilidad de estar ante algo único
y salir recompensado es muy alta. Esta es la sensación
que tuve con el impecable quinteto de McBride, uno de los
grupos contemporáneos más compactos y solicitados
del momento en la escena del jazz mundial. El nombre del
álbum es un homenaje a Ray Brown, uno de los más
grandes contrabajistas de jazz de todos los tiempos, cuyas
influencias en el contrabajista de Filadelfia son bastante
notorias (así como las de otro gran maestro: Paul
Chambers). El quinteto quedaba completo con la compañía
de cuatro excelentes músicos, dos de los cuales,
Steve Wilson y Warren Wolf, participaron en la grabación.
La nómina estaba completada por los veteranos Peter
Martin (en sustitución de Eric Reed) al piano, y
Steve Wilson con el saxo alto y el soprano, así como
dos músicos pertenecientes a la siguiente generación:
Ulisses Owens, que sustituyó a Carl Allen, a la batería,
y el vibrafonista Warren Wolf, ambos con una joven pero
ya dilatada carrera musical.
El hecho de no estar presentes en el escenario los mismos
músicos que han colaborado en la grabación
no influyó negativamente en el desarrollo del concierto:
la fuerza en las dinámicas internas que se crearon
en cada tema, la interacción entre los músicos,
la ejecución clara y concisa. Estos elementos se
dieron durante algo más de una hora y veinte minutos,
de manera natural, fundidos como en una perfecta aleación
sonora. En este caso no hubo ninguna duda, ya que el grupo
demostró con creces lo que de verdad y sinceridad
tiene el trabajo bien realizado, asimilado e interiorizado
por cada uno de ellos. Una señal inequívoca
y dato curioso, para demostrar lo anterior, fue la ausencia
de atriles en el escenario, ni uno solo, o de cualquier
apunte, partitura, guía armónica o papel,
lo cual indica que estamos ante un proyecto muy elaborado
y cargado de una fuerte complicidad entre todos los componentes
de la banda.
El inicio del concierto, hasta llegar al tercer tema con
la balada “Starbeam”, fue contundente y arrollador,
con exposiciones a trío, saxo alto, piano y vibráfono,
al unísono y en perfecta conjunción. Los solos
de Steve Wilson, fueron ejecutados con una técnica
elegante y virtuosa, demostrando su buen dominio del instrumento
y de la improvisación, con fraseos largos y elocuentes.
De un swing de 4/4, en el primer tema, pasaron
a un estilo más be-bop, con tempos altos,
en los que el vibrafonista Warren Wolf, mostró toda
su habilidad y limpia ejecución en la improvisación.
Este tema fue el elegido también por Ulisses Owens
para el único solo que realizó en todo el
concierto, único pero más que suficiente para
apreciar en su forma de tocar buena pegada de caja y ritmo
impecable. Owens demostró ser merecedor del puesto
que ocupaba en lugar de Carl Allen.
“Starbeam” fue el tema en el que McBride marcó
su primera improvisación. Con un gran despliegue
melódico nos hizo navegar por sus mundos sonoros
con una poderosa técnica, salvando las dificultades,
tan laboriosas, del instrumento que toca. Sin olvidar la
perfecta afinación que consigue en el contrabajo,
algo a veces difícil de conseguir, porque no olvidemos,
entre otros aspectos, que este instrumento no tiene trastes
en el mástil y requiere una ejecución muy
precisa. La improvisación de Wilson con el saxo soprano
fue un paseo por la sutilidad y el esmerado cuidado que
pone en su sonido, amplio y profundo. Transmitió
nuevas sensaciones y colores entre la amalgama de notas
y sonidos de sus compañeros. El concierto continuó
con otra balada, “Sophisticated Lady” de Duke
Ellington, esta vez a trío de piano, contrabajo y
batería. Tras una larga introducción del tema
con el contrabajo y una exposición de la melodía
con el piano, los solos de ambos se sucedieron. Peter Martin
regaló en este tema un solo de improvisación
sublime y tocó el piano con destreza, sobre todo
de su mano izquierda, flexible e inquieta.
La sesión finalizó, además del bis,
con otro tema incluido en su último álbum
Kind Of Brown: el blues “Used ’Ta
Could”, un 3/4, a tempo de vals. Wilson y Wolf volvieron
al escenario y, tras la exposición del tema, se introdujeron
en una sucesión de solos e intercambiaron fraseos
en estructuras de cuatro, tres, dos y un compás,
hasta llegar a un unísono que embriagó al
oyente y llenó con toda su fuerza el espacio musical,
logrando que el auditorio vibrara con ellos. El corto bis
de despedida relajó, en cierto modo, las ansias del
público de continuar con el concierto y, aunque hubo
quien esperó en vano que volvieran a salir y tocar,
la mayoría nos fuimos de allí con el pensamiento
aún envuelto en el sonido y con la sensación
de haber presenciado uno de los conciertos más cuidados
en cuanto a su esmerada realización y laboriosidad,
inherentes a todo buen proyecto que se precie como tal.