Comentario:
Nicole Henry ha vuelto a España, y lo ha hecho pisando fuerte gracias al empeño de Dick Angstadt y Germán Pérez, que mantienen con vida el espíritu del Bogui entre los muros de la veterana Clamores. En su tercera visita, la vocalista de Filadelfia afincada en Miami no pudo contar con su compañero habitual al piano, Mike Orta, pero sí tuvo a su lado una banda de músicos residentes en la capital de solvencia contrastada que proporcionó a la protagonista el soporte ideal para desarrollar su repertorio en los elevados niveles de calidad que le han hecho ganarse una acogida entusiasta en anteriores estancias en nuestro país.
Inauguró el primer pase la banda, calentando el ambiente con una interpretación instrumental de “All The Things You Are” en la que Bobby Martínez atizó el fuego con un solo electrizante que preparó al público para Nicole Henry. La cantante hizo su entrada con “Almost Like Being In Love”, en la que la banda hizo gala de su swing contagioso, que combinado con el carisma de la protagonista sobre el escenario cautivó a la audiencia para no dejarla ir. Siguió “I Love Being Here With You” interpretado en clave de blues, un género presente a lo largo de todo el espectáculo que nos permitió disfrutar del delicioso vibrato de la voz de Henry, que trae a la memoria los tintes del gospel que cultivó en la iglesia en su juventud. El repertorio clásico del jazz vocal siguió fluyendo sobre el escenario para disfrute del respetable con “All Or Nothing At All”, que trajo consigo un espléndido solo de Tony Heimer. Siguió una deliciosa versión de “I’m Gonna Lock My Heart And Throw Away The Key”, canción popularizada por Billie Holiday, que aportó momentos brillantes gracias al potente swing de Toño Miguel y otra intervención de altura de Heimer. Fue en esta pieza en la que Nicole Henry dio una lección magistral de interpretación en escena, un factor que la convierte en única y que se echa en falta en el ámbito vocal en nuestros días. La de Filadelfia cantó con todo su cuerpo, proyectó cada frase de los textos de tal modo que trascendió la barrera del lenguaje, siendo capaz de transmitir a quienes no hablaban su idioma lo esencial del mensaje empleando el lenguaje gestual.
Tras esta exquisita demostración, el quinteto abordó “Teach Me Tonight” en forma de blues lento en el que Tony Heimer brilló, pleno de buen gusto, e hizo sentir entre las mesas el espíritu de Ray Charles antes de pasar a un excelente arreglo minimalista de “Fly Me To The Moon”, basado en un riff de contrabajo. Para finalizar el primer pase, la vocalista eligió desgarrar su voz con el blues “I’d Rather Drink Muddy Water” de Eddie Miller, cuyo estribillo coreó de buen grado el público asistente, como cierre festivo a la primera parte.
El segundo pase comenzó suavemente con una introducción rubato de la balada “Skylark”, a la que siguió “You Better Love Me While You May” antes de continuar derrochando encanto con el arreglo de la bossa “Waters Of March”, el “Aguas De Março” de Jobim. Otro de los momentos álgidos de la noche vino de la mano de Nirankar Khalsa, armado de escobillas, y Toño Miguel, inmenso y sobresaliente toda la velada en pulso y sonido, quienes protagonizaron una trepidante entrada a “What A Little Moonlight Can Do”, donde el quinteto derramó sobre los asistentes una oleada imparable de swing acelerado. En la recta final del pase, voz y piano abordaron la intro de “Summertime” para seguir con un arreglo de “Imagine” de John Lennon y finalizar por todo lo alto con un blues con guiños a “Route 66”. Ante la insistencia del respetable, Nicole Henry volvió a pisar el escenario de Clamores para sorprender a los presentes obsequiándoles con una conmovedora interpretación a capella de “Amazing Grace”.
En resumen, una noche intensa y agradable a partes iguales de la mano de una intérprete que se encamina con paso firme a ser una apuesta segura tanto del panorama jazzístico internacional como dentro de nuestras fronteras, donde sigue prodigando talento, encanto y una voz deliciosa en cada una de sus visitas.