El origen musical de algunos artistas puede desvelar la
base esencial de su música, y en el caso de la cantante
estadounidense de jazz Cassandra Wilson (Jackson, 1955),
el encuentro con la esencia de este género musical
se ha convertido en un estilo propio y muy personal. La
ya larga carrera de la cantante, en la cual ha experimentado
con una gran variedad de estilos, desde el blues
hasta el hip hop, toma desde hace unos años,
a partir de su disco Blue Light 'Til Dawn (1993)
grabado con el sello discográfico Blue Note, un giro
progresivo hacia un estilo individual, de fusion,
apoyado en las raíces del jazz, en estilos como el
folk, el country, o el blues.
La improvisación con la voz y la descomposición
de las formas musicales se han hecho elementos fundamentales
y forman parte de casi todas las composiciones creadas por
la cantante, así como de las versiones que realiza
sobre temas de otros músicos.
Acompañada por una magnifica banda de músicos,
muy atentos al desarrollo que imprime la cantante en sus
temas, y después de una larga introducción,
Wilson abrió el concierto con el standard
clásico de Duke Ellington “Caravan”,
basado en un ritmo afro de 4/4, en el que aportó
nuevas y elegantes texturas, siempre bajo el prisma subjetivo
que le define como una cantante diferente. Lejos de abarcar
toda la atención individual, como líder que
es, sabe compartir toda la carga musical con los demás
componentes de su grupo, invitándoles a participar
en los momentos de más intensidad, arropándose
en los diversos sonidos y colores que salen de sus instrumentos,
compartiendo su estado emocional y la actitud de darlo todo
en el directo. El pianista Jonathan Batiste fue uno de los
más destacados por su ejecución limpia, al
estilo clásico de los grandes pianistas como Oscar
Peterson, algo que cuadraba perfectamente dentro de esa
fusión tan singular creada por la banda. Batiste
se expresó con fuerza en los solos, creando momentos
de gran intensidad frente a un Marvin Sewell casi desapercibido,
de no ser por los etéreos arreglos con los que decoró
gran parte de los temas, por ese sonido característico
que saca de su pedalera de efectos y por el uso de la técnica
slide o bottleneck en su guitarra. La
sección rítmica formada por Veal, Reily y
Babalola trabajó como un todo, unidos en mantener
un vivo y constante groove necesario en cada tema.
Baterista y percusionista tuvieron también la oportunidad
de mostrar sus capacidades musicales en un diálogo
mano a mano que protagonizaron casi al final de la velada.
Con un último disco bajo el brazo, Loverly (grabado
en 2008 con el mismo sello Blue Note), la cantante incluyó
en el repertorio buena parte de los temas que aparecen en
este álbum. Así sonaron piezas como “Sleepin’
Bee” a swing medio, o el mágico “St.
James Infirmary". El clímax llegó con
"Black Orpheus", de Luis Bonfá, en el que
la veterana vocalista manifestó su faceta más
cálida y un dominio total sobre los ambientes tan
peculiares que sabe crear. Para finalizar tocaron “‘Til
There Was You”, tema que versionaron en su día
los siempre perdurables The Beatles y otros.
El público quería más, un bis, parecía
que los 70 minutos de concierto eran insuficientes, pero
esta vez no pudo ser, quizá porque ese día
hubo doble sesión con otro de los grandes del jazz.