Al paso de unos pocos meses, uno tiene la sensación de no haber visto a Fractal en directo en años. Tal es la evolución del grupo, su constante proceso de maduración, de progreso, de revolución. No ha pasado tanto tiempo desde la publicación de Fractal, su primer trabajo autoproducido, y el cuarteto sigue generando repertorio y ampliando sus horizontes por los caminos de la improvisación.
Abrió la actuación el críptico “Alfanumérico”, y con los primeros compases los asistentes ya pudieron percibir que la formación no necesitaba calentamiento alguno y entraba en materia con decisión y desparpajo. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran las sorpresas en forma de temas de nuevo cuño como “Demasiado tiempo libre”, una de las primeras muestras del talento compositivo del batería Diego Gutiérrez, quien se erige en protagonista al interpretar con su instrumento la melodía de este tema a ritmo acelerado. Siguió el despliegue de novedades con “Constantes”, un swing a medio tiempo con un curioso tratamiento armónico –un tanto hilarante para el que suscribe– que refleja fielmente su nombre.
Fue en este punto en el que la banda abordó lo que Javier Bruna ha bautizado como “crol”, término heredado del estilo libre en la natación que refleja fielmente la propia visión de la banda sobre la creación en tiempo real. Arrancó la pieza el guitarrista Héctor García Roel, marcando un tempo inicial. Bruna la decoró con una melodía de aire bucólico que García Roel armonizó e hizo propia antes de acompañar el solo del saxofonista. A continuación, el cuarteto desmembró el tema, introduciéndose por caminos de improvisación libre y colectiva que sus miembros supieron hacer converger en unísonos que hubieran hecho creer a cualquiera de los asistentes que eran ensayados. Dejando morir la conversación instrumental, García Roel retomó el timón de la pieza proponiendo un riff circular, casi hipnótico, al que se sumaron Bruna con su saxo y Ramos empleando su arco, mientras la batería de Diego Gutiérrez, desatada, improvisaba hasta conectarse suavemente con sus compañeros y poner punto final al tema todos juntos, con la cálida acogida del respetable.
Volvió el repertorio escrito con “Nova”, otra novedad aportada por Javier Bruna, que combina una tenue y cálida brisa latina en su armonía con un cautivador tratamiento rítmico en el tema principal, marcado por los unísonos que hacen bombo y contrabajo, otorgando a la pieza un carácter singular. El cuarteto cerró el programa previsto con “Yelou” entre las peticiones de bis del público. Como extra, la banda atacó el “Caravan” de Juan Tizol arreglado por Diego Gutiérrez, en el que saxo fué contestado por la guitarra en su melodía, enmarcada en un ritmo con aromas de clave cubana. El fin de fiesta lo puso antes de la coda un cómico duelo entre contrabajo y batería, para el goce de los asistentes.
Fractal sigue siendo una de las atracciones jazzísticas obligadas de la capital. Cualquier momento en su repertorio es idóneo para intercalar divertimentos de forma natural y espontánea, y cualquiera de sus intervenciones individuales es un reto para que el resto del cuarteto se convierta en cómplice para elevar al solista. Su discurso, sólido y diverso, sigue ganando día a día fluidez y personalidad, lo que les convierte en una referencia, una garantía de entrega y disfrute para los aficionados.