Las dificultades surgidas justo antes del comienzo del
concierto en forma de deficiencias técnicas que afectaron
al sonido y a la luminotecnia no restaron ni un ápice
para ofrecer una actuación digna de la catadura artística
del quinteto nórdico del legendario trompetista polaco.
Música, por tanto, sin red, desnuda, sincera y hermosa.
“La música más bella después
del silencio”, tal y como reza el adagio del sello
alemán ECM de Manfred Eicher.
La presencia de Tomasz Stanko y su Nordic Quintet obedece
por un lado a la comparación estilística con
Miles Davis y por otro a la publicación de su último
trabajo Dark Eyes (ECM records 2009). De Tomasz
Stanko se pueden decir muchas cosas y todas buenas, entre
otras el haber compartido atril con músicos de la
valía histórica de Krzysztof Komeda y Zbigniew
Seifert. Pero ciñéndonos al presente es más
que destacable su labor para buscar nuevos caminos creativos
y valerse de jóvenes estrellas emergentes del jazz
europeo, como es el caso del pianista finés Alexi
Tuomarila o del guitarrista danés Jakob Bro. El primero
esperó pacientemente su oportunidad para intervenir,
y cuando lo hizo mostró sus dotes de fino estilista
de formación académica con tanta soltura y
clase que hizo fácil lo difícil. No dejó
de lado su aspecto poético, sino que impregnó
todo con él economizando sus intervenciones y apareciendo
en el momento justo. En cuanto a Jakob Bro, nos ofreció
su guitarra distorsionada, casi desenfocada como en los
Relojes Blandos de Salvador Dalí, y con
reminiscencias de John Abercrombie. Otros pasajes recordaron
al guitarrista Daniel Fichelscher del grupo Krautrock, a
Popol Vuh y a la banda sonora del film Corazón
de Cristal del director alemán Werner Herzog.
Anders Christensen aportó sencillez, sobriedad
y ritmos constantes que sirvieron para dar la solidez necesaria
al quinteto, mientras que Jakob Høyer (sustituto
de Olavi Louhivuori, que grabó el disco Dark
Eyes) realizó dos solos, uno melódico
utilizando los platillos y el charleston y otro
de mayor aplomo y contundencia con multitud de recursos
imaginativos. Las intervenciones del sabio y maduro líder
Tomasz Stanko fueron comprometidas, líricas y contribuyeron
con sus arrebatos limpios e intensos a la obtención
de un jazz cool europeo creador de atmósferas
y ambientes de tonalidades grises.
En definitiva, Tomasz Stanko y su Nordic Quintet apostaron
por composiciones inteligentes, elegantes, finas y de excelente
gusto, creando un manantial permanente de frescas piezas
de orfebrería, sin olvidar dar rienda suelta a armonías
caóticas cuando así lo requería la
situación, y siempre con un concepto milimétrico
donde cada sonido encajaba como en un lienzo, como si del
puntillismo pictórico de Georges Seurat habláramos.