El pianista sueco Bobo Stenson y su trío se presentaron en Madrid con la sana intención de dejar sentadas sus bases estilisticas y lo hicieron de la manera que mejor lo pueden hacer, es decir, mostrando un profundo interés por las músicas populares (sobre todo la cubana) así como por el jazz tradicional, la vanguardia, la improvisación o la música clásica contemporánea, todo ello aderezado por una paleta multicolor que le confirió una riqueza abundante en matices y detalles. Y por si esto no fuera suficiente aplicaron unas cuantas dosis de humor escandinavo para provecho propio y ajeno.
Tras una concisa presentación de los músicos por parte de Bobo Stenson, el trío comienza a tocar como si nada, como si de un ensayo se tratara, casi sin sentir. Música de una quietud poética que acaricia y cubre los oídos con suavidad muy en la línea ECM records.
Sin embargo, a pesar de este comienzo no todo fue así y la combinación de pasajes tranquilos con otros de mayor aceleración fue la tónica general apoyándose cuando convenía en el swing o la disonancia con naturalidad y fresca espontaneidad.
El último trabajo del trío, Cantando (ECM records, 2007), se convirtió en la mayor referencia del concierto. Composiciones como “Pages” u “Olivia” no faltaron y se complementaron con otros como “Hasta Siempre”, incluido en el disco de Jan Garbarek Witchi-Tai-To, donde participó el propio Bobo Stenson.
Los dos últimos temas nombrados corresponden a sendos compositores cubanos, el primero de ellos al cantautor Silvio Rodríguez y el segundo a Carlos Puebla, y cuyo título completo es “Hasta Siempre Comandante” en un claro homenaje al guerrillero Ernesto Che Guevara.
Todos y cada uno de los temas fueron encarados, tanto individual como colectivamente, con exquisita técnica. Bobo Stenson es un pianista inteligente que sabe modular con facilidad la contundencia con la lírica recordando en ocasiones al maestro Bill Evans.
Anders Jormin es un bajista básico en el esquema mental y real de Bobo Stenson hasta el punto de haber participado en todos sus discos. Y es que su sonido claro y de pulsación fuerte a la vez que fino, elegante y sereno le convierten en el engranaje perfecto para su sonido. Con el arco entre sus dedos nos hizo imaginar por un momento que estábamos en la India y que su contrabajo era un violín y que él mismo se había transformado en L. Shankar.
Mención aparte merece el joven y controvertido batería Jon Fält, un producto de la factoría escandinava que encantó a muchos, desconcertó a otros, pero del que se puede decir sin lugar a dudas que imaginación, creatividad y humor inteligente no le faltó en momento alguno. Muy distinto de otros baterías que han acompañado a Bobo Stenson en sus discos en solitario, como es el autodidacta y siempre bien ponderado Jon Christensen. Distinto también a Paul Motian, es un batería original y malabarista que hace volar por los aires objetos metálicos que producen sonidos estridentes, no dudando en utilizar todo tipo de recursos como sacar los platos de sus ejes para percutirlos, arañarlos o acariciarlos, o amortiguar con telas los parches para producir sonidos más apagados. Un batería rompedor en lo creativo y casi también en lo real y que, sin embargo, se integra a la perfección con el resto del trío.
Por todo la conclusión parece diáfana, el trío de Bobo Stenson gustó y triunfó sin necesidad de comparación con otros músicos del norte de Europa.