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XXIV GETXO JAZZ 2010

  • Comentario:
    ELOGIO DEL SIDEMAN

    Si hay algo que ha caracterizado a esta edición del festival ha sido, por encima de los grandes nombres-reclamo de los carteles, la cantidad de excelentes músicos que han pisado el escenario getxotarra. Ilustres veteranos algunos de ellos, jóvenes más o menos reputados otros, no han gozado de la luz del foco mediático de los líderes a que han acompañado, pero en muchos casos su sombra sobre el escenario ha oscurecido el brillo, en ocasiones gastado, de sus jefes de fila. Pianistas como Jason Moran, Larry Willis, Uri Caine o Edsel Gómez; saxofonistas como Donny McCaslin o Craig Handy; contrabajistas como Reuben Rogers o James Genus; baterías como Eric Harland, Clarence Penn o Lewis Nash. Mi homenaje y gratitud a todos ellos. En más de una ocasión, nos salvasteis la tarde.












    1 de julio: Charles Lloyd New Quartet
    Charles Lloyd: saxo tenor, taragato, flauta y maracas
    Jason Moran: piano
    Reuben Rogers: contrabajo
    Eric Harland: batería

    A Charles Lloyd debemos agradecerle varias cosas en el concierto del pasado jueves. En primer lugar, y por encima de todo, que haya tenido el gusto y la sabia iniciativa de rodearse de un grupo excelso de músicos: Jason Moran nos encandiló con sus densas armonías y su ingenio rítmico, Reuben Rogers con su inmaculada afinación y sonido poderoso, Eric Harland con su milagrosa e infalible perfección. En segundo lugar, por mostrarles el camino hacia sugerentes mundos sonoros, que iban desde el Caribe a Oriente. Y en tercer lugar, por dejarles transitar solos por esos parajes. Tras un primer número en el que nos hizo temer que pecara de exceso de protagonismo al empezar a incordiar a Moran con sus maracas justo encima de las cuerdas del piano, optó juiciosamente por abrir y cerrar los temas, dejando los amplios desarrollos a este trío lleno de talento.

    Todo ello nos hace perdonarle sus solos huecos e intrascendentes, su incapacidad para estructurar un hilo narrativo con sustancia, su tardocoltranismo vacuo.





    2 de julio: Jerry González & The Fort Apache Band
    Jerry González: congas, fiscorno y trompeta
    Joe Ford: saxo alto
    Larry Willis: piano
    Andy González: contrabajo
    Steve Berrios: batería

    Hay conciertos en los que parece que el tiempo se detiene. La música te atrapa y eres uno con ella, y no deseas que ese fluir se pare, podrías seguir y seguir danzando mentalmente con ese cuerpo sonoro del que ya formas parte. El tiempo ha perdido su valor numérico…

    Bueno, pues este no fue uno de esos conciertos. O sí. La verdad es que sí pareció que el tiempo se detenía. Más bien que no avanzaba. Y esto, mayormente, porque no pasaba nada. Unos músicos-funcionarios subieron al estrado y sin una palabra ni sonrisa de complicidad se dedicaron a hilvanar temas musicales durante más de cien minutos eternos, en los que el tiempo, aquí sí, hizo valer pesadamente su esencia numérica. Cansinamente, sin el menor entusiasmo, desgranaron uno tras otro esos números que en otras tantas tardes inmemorables habrán hecho sonar con parecida falta de afán.
    Los solos, consecuentemente, devinieron vacíos, sin alma, sin contarte nada, con nula capacidad para empatizar, no digamos ya para enganchar. Como mucho pudo interesar el fraseo de Jerry en el fiscorno (en la trompeta fue otra historia) o la profesionalidad de Willis (pobre…). Calderilla.










    3 de julio: Dave Douglas Quintet
    Dave Douglas: trompeta
    Donny McCaslin: saxo tenor
    Uri Caine: piano
    James Genus: contrabajo
    Clarence Penn: batería

    Tras el fuego gélido, impostado, del día anterior, la llama fulgente y abrasadora del gran jazz deslumbró de nuevo a los iniciados con Douglas y sus muchachos. Esta enésima versión de uno de los proyectos centrales y más longevos del trompetista es una de las más potentes y equilibradas. McCaslin sigue demostrando que es uno de los tenores jóvenes con más talento del orbe jazzístico, una auténtica figura en ciernes. Sus solos y los del líder fueron la mayor fuente energética de la velada. Uri Caine es uno de los cómplices más veteranos de Douglas y un auténtico valor seguro, si bien en esta ocasión exhibió su magisterio con cuentagotas. La sección rítmica de Genus y Penn, simplemente impecable. Douglas fue un primus inter pares magnífico, sabiendo dosificar su liderazgo sin escatimarnos el pulcro y sólido sonido de su trompeta en poderosos solos.

    Se le vio a gusto y relajado al músico neoyorquino, exhibiendo su buen humor en sus alocuciones al público, y mostrando su complicidad y conocimiento de la política y cultura española con un tema sobre la Ley de la Memoria Histórica y otro de Federico Mompou dedicado a Lluís Vidal (al parecer convaleciente de una enfermedad), en el que Uri Caine mostró su versatilidad y sabiduría pianística.















    4 de julio: Dee Dee Bridgewater Quintet
    Dee Dee Bridgewater: voz
    Craig Handy: saxos tenor y soprano
    Edsel Gómez: piano
    Kenny Davis: contrabajo
    Lewis Nash: batería

    Lo que estaba anunciado como homenaje a Billie Holiday fue más bien una burda parodia de Lady Day. La recreación devino caricatura por culpa de una Dee Dee que empezó con su registro histriónico y no se apeó de él hasta el final, cuando afortunadamente nos regaló como bis un “God Bless The Child”, con un espectacular Lewis Nash, en el que demostró que, además de una excelente show woman de cabaret cutre, posee una voz importante con gran variedad de recursos.
    Pero el hecho es que íbamos a un concierto de jazz y nos encontramos con un musical cómico-erótico del que los pobres músicos que acompañaban a la diva tampoco parecían estar advertidos. Daba un poco de vergüenza ajena observar los esfuerzos de todo un Craig Handy para mantener la compostura ante las insinuaciones lascivas de la cantante. Si se hubiera tratado de un cantante y cuatro instrumentistas femeninas, éste habría acabado seguramente en la cárcel.

    Lo mejor de una velada por momentos insoportable fue el primer número (antes de que apareciera Payasete), en el que unos excelentes músicos exhibieron una musicalidad y pericia instrumental dignas de mejor causa. La pena es que, contrariamente a lo dicho sobre Lloyd, la Bridgewater no apartó sus maracas de la cara de sus acompañantes. Ella pareció pasárselo muy bien. Un servidor, no mucho, la verdad.

    En conjunto, pues, una irregular edición del certamen getxotarra, con grandes momentos, eso sí, ofrecidos por unos grandes músicos. Y, como hemos visto, no sólo gracias a, sino a pesar de los grandes nombres mediáticos.


    Texto © 2010 Juan Antonio Rico
    y fotos © 2010 Ricardo Carrillo de Albornoz