El segundo de los conciertos (2 de octubre), fue para el quinteto del contrabajista portugués Nelson Cascais que presentó su nuevo álbum Guruka (Toap, 2009). Cascais llegó acompañado por dos grandes músicos del jazz español: el saxofonista valenciano Jesús Santandreu y el pianista Albert Sanz, en sustitución de los dos componentes originales que han participado en la grabación del disco: el saxofonista Pedro Moreira y el pianista Joäo Paulo.
Después de unas palabras para la presentación del grupo y de los agradecimientos a la sala por la buena acogida del público allí presente, comenzaron una primera parte en la que sonaron temas como “PC”, original de Pedro Moreira y una evocación clara de los ambientes espirituales creados por el gran saxofonista John Coltrane. Una balada a modo de introducción, en la que no hubo solos improvisados pero sí una constante presencia melódica del saxofonista, arropado por los múltiples arreglos de sus compañeros. Una pieza corta que dio paso a “Zulú Baby”, uno de los temas más ingeniosos que contiene el proyecto. Fue Albert Sanz el encargado de abrir el primer solo de improvisación de la noche con el teclado. Su manera de tocar es limpia y flexible, sutil. Busca en la profundidad armónica para perderse de forma deliberada en la abstracción, convirtiendo su diálogo en algo etéreo y casi imperceptible al final del solo, cuidando la forma sonora, como si se tratase de una conversación entre amigos. Acto seguido llegó el primer solo del saxofonista Jesús Santandreu con un lenguaje conciso y bien situado, rítmico y alegre. La larga improvisación del guitarrista André Fernandes, fue quizá lo más destacado. Este joven guitarrista posee una técnica fluida, de gran flexibilidad, muy al estilo de las hornadas que salen al amparo de las nuevas tendencias y con influencias claras de Kurt Rosenwinkel. Una nueva composición, no incluida en el álbum, fue “La maldición del paso sur” cuya estética sonora parecía sacada de un cajón de partituras del mismísimo Frank Zappa. Tras la introducción del pianista Albert Sanz y la exposición de André Fernandes, a golpe de pedalera y efecto de sonido wah-wah, el tema fue tomando forma con un extenso solo compartido de saxofón y guitarra, creando entre ambos una combinación de voces superpuestas que se enlazaban rítmicamente en un delirante énfasis, hasta conseguir esa sensación de tensión que se percibe en el aire a través del oído, tensión necesaria que daba crédito al titulo de la composición. Pasada la tempestad llegó la calma en manos del contrabajista con un breve y ajustado solo improvisado. El último tema de este primer pase fue una composición de Iago Fernández, un estreno para el grupo según anunció el propio Cascais. Aquí se pudo apreciar la versatilidad técnica del baterista, con un juego de manos vibrante e incisivo, y las variantes rítmicas que sirvieron de base a las diferentes improvisaciones de piano, saxofón y guitarra.
El líder del quinteto dejó los temas centrales de su trabajo para la segunda parte. Así fueron sonando “Radio Beat”, una composición del guitarrista André Fernandes en la que el saxofonista del grupo aprovechó toda su dialéctica musical para desarrollar una larga improvisación, con un sonido redondo, sin arrebatos innecesarios, y “Guruka”, que da título al álbum. La pegadiza exposición de la melodía, realizada en unísono por saxofón y piano, se va transformando conforme a las entradas de los instrumentos y a su desarrollo, unas veces intenso y otras sosegado. El quinteto se despidió con otro tema, a petición del público, llamado “O centro do mundo”, sensación de arrebato en las transiciones entre el contrabajo y los demás instrumentos solistas.
En definitiva, fue un gran concierto que muestra el buen estado en el que se encuentra la música de jazz en el país vecino (Portugal), y que nos dio la oportunidad de saber un poco más sobre sus jóvenes creadores y compositores.