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XXVIII FESTIVAL INTERNATIONALE JAZZIN’ SARDEGNA. EJE EUROPEAN JAZZ EXPO. INTERNATIONAL TALENT SHOWCASE
- Fecha: 19, 20 y 21 de de Noviembre de 2010.
- Lugar: Cagliari, Cerdeña.
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Comentario:
La del año 2010 es la edición del cambio en el European Jazz Expo. En 2011 pasará a celebrarse a finales de mayo, en vez de en noviembre, tal y como ha ocurrido hasta ahora. El objetivo es ayudar a promocionar tanto el carácter turístico de la isla de Cerdeña (en estos momentos fácilmente accesible gracias a la irrupción de nuevas líneas aéreas) como los festivales que tienen lugar allí. Tal y como se expuso en la rueda de prensa “Un Expo per la città, una città per l’Expo”, y a pesar de las controversias existentes entre los gobiernos local, nacional y regional (que incluyó la protesta y el abandono airado por parte de representantes de las instituciones locales), hay una gran implicación a todos los niveles. En el nuevo proyecto se han cuidado múltiples detalles que van desde lo referente a lo turístico hasta otros niveles igualmente importantes como es el impacto medioambiental, ya que en su nueva edición pretenden que sea una fiesta de la música al aire libre.
Entrando en el apartado musical, la decimoctava edición del Festival Internacional de Jazz de Cerdeña presentó una programación en la que hubo espacio para el jazz, pero también para otras músicas. Éstas se llevaron el lugar más destacado del cartel, así como el magnífico escenario del imponente Teatro Lirico de Cagliari.
© Francesca Floris, 2010
El gran triunfador fue el guitarrista Paco de Lucía quien, aunque se anunciaba en formato de sexteto, finalmente actuó en octeto: además de su guitarra incluyó batería-percusiones, bajo, armónica-teclados y segunda guitarra, más un cuerpo de bailarín y dos cantaores. Su show, que agotó las localidades a pesar de los precios (50, 35 y 25 euros), estuvo medido con suma precisión. Tras un inicio a guitarra sola en el que el músico de Algeciras demostró que con los años ha alambicado su virtuosismo, sin realizar en el concierto de Cerdeña concesiones a un público en principio ajeno a la tradición del flamenco. A continuación dio paso al resto de su grupo, y sin dejar de ser el protagonista principal, sus compañeros tuvieron la oportunidad de lucirse con unas intervenciones que arrancaron chispas de un auditorio repleto.
© Francesca Floris, 2010
Farruco con sus bailes provocó los que hasta ese momento fueron los mayores aplausos de la noche. Alain Pérez con su bajo de cinco cuerdas, y a pesar de algún pequeño problema, logró entusiasmar especialmente con su primer solo. El percusionista El Piraña fue quien menos oportunidad tuvo para el lucimiento individual (que vino en el bis), aunque estuvo todo el rato apoyando al maestro y a sus compañeros. Antonio Serrano volvió a demostrar que es un virtuoso de la armónica que lo mismo camina por las sendas del flamenco, del jazz, del tango o de donde le plazca. En sus tres solos dejó nuevamente evidencias de que su inteligencia melódica le permite introducirse en cualquier terreno, por complicado o abrupto que parezca, para salir triunfando. El concierto entusiasmó a los asistentes, que reclamaron con insistencia un más que merecido bis. Con él llegó la apoteosis. El grupo interpretó una versión de “Entre dos aguas” que soltó los aplausos en cuanto se adivinó su tan reconocible melodía, y que permitió una nueva ronda magnífica de solos que sirvió como clausura del concierto. Tras semejante demostración y a pesar de la satisfacción que se podía apreciar en los rostros, los asistentes comprendieron que no se podía pedir nada mejor.
© Francesca Floris, 2010
El otro gran concierto del festival fue el protagonizado por el guitarrista y cantante Pino Daniele. Su propuesta tampoco encaja dentro del jazz, ya que se mueve por la canción italiana y el blues o el boogie, aunque la formación que le acompaña está formada por unos pesos pesados: el baterista Omar Hakim, la teclista Rachel Z, o el saxofonista Mel Collins (King Crimson). Su concierto también estuvo más que medido (ninguno de los temas superó los cinco minutos), y fue de menos a más, dejando para el final lo mejor de su repertorio. Además de buen cantante es un guitarrista algo más que bueno. Si bien fue el protagonista indiscutible (Rachel Z no tuvo oportunidad más que para un único solo), estuvo rodeado por un magnífico grupo en el que sobresalieron el baterista Omar Hakim (que supo ser potente o contenido según lo requiriese el momento) y un más que correcto Mel Collins.
© Francesca Floris, 2010
El auditorio del conservatorio “Pierre Luigi di Palestrina” fue el elegido para tres citas dobles centradas en el jazz. Aunque la diversidad estilística de las propuestas pudiera haber presupuesto una partición del público según la orientación de la oferta, éste respondió magníficamente.
Las propuestas italianas tuvieron un hueco muy importante. El viernes 19 el saxofonista Francesco Bearzatti supo combinar el rock, el jazz, el funk y la electrónica en su música. Ésta carece de complejos. Su grupo ha sabido amalgamar todas estas influencias hasta lograr un todo que es divertido y puede hasta parecer informal, pero en el que se adivina una gran sabiduría. Un ejemplo magnífico fue la versión que hicieron del clásico de la música disco “Funky Town” (Lipps Inc.), en el que se dieron la mano la música disco con Ornette Coleman. Por momentos su música sonó como una versión a la italiana (alegre y radiante) de los Prime Time.
A continuación el guitarrista Lee Ritenour dio, repitió y volvió a repetir una lección de su maestría a las seis cuerdas. La combinación de sus originales con algún tema eterno como “Stolen Moments” tuvo su interés, aunque tanto virtuosismo unilineal resultó excesivamente agotador.
© Francesca Floris, 2010
El sábado la encargada de abrir la cita en el conservatorio fue la cantante, guitarrista y pianista Chiara Civello. Las grandes discográficas siguen a la búsqueda de nuevas cantantes capaces de acaparar el mercado del jazz tal y como ha sucedido con Diana Krall, Norah Jones o Madeleine Peyroux. Chiara Civello no canta mal y tampoco es mala pianista (de hecho tuvo algún detalle más que interesante). Su repertorio tampoco se dedica a insistir en el de las grandes voces del pasado. Sin embargo su música no entusiasma a pesar de las palabras elogiosas de Tonny Bennet o de la apuesta por ella por parte de la multinacional Verve.
© Francesca Floris, 2010
A continuación el pianista y acordeonista Antonello Salis, el saxofonista Gavino Murgia, el guitarrista sardo Paolo Angeli (aunque su instrumento es realmente todo un universo de sonidos) y el baterista y percusionista Hamid Drake dieron toda una lección de libertad sobre el escenario. Su concierto en Cagliari sirvió para presentar el encargo del festival Giornale di bordo (Sardmusic, distr. Egea), un encuentro entre la música de Cerdeña y África. Aunque en el CD la música está dividida en un buen número de temas (hasta una docena), en su estreno los músicos no prepararon un repertorio al uso. Los cuatro se conocen de múltiples ocasiones anteriores, con algunos discos magníficos como Uotha, encuentro entre Angeli y Drake, o Mar.Ri entre Sallis y Angeli. Sobre el escenario se fueron produciendo tanto solos como encuentros en forma de dúos y tríos. A pesar de esa aparente libertad caótica, en un determinado momento alguno de los músicos citaba alguna de las composiciones del disco, entre las que se incluyen “Dear Prudence” de los Beatles o algunos temas tradicionales de Cerdeña, y todos respondían como un único ser. El concierto fue sumamente divertido. Antonello Sallis se aplicó tanto sobre sus teclados como sobre el piano y su interior, y también sobre el acordeón. El saxofonista Gavino Murgia fue el más contenido de los cuatro. Hamid Drake es una enorme maquinaria polirrítmica, y un seguro de vida para cualquier grupo en el que participa. En cuanto a Paolo Angeli, resulta increíble cómo ha logrado ir transformando la guitarra sarda (algo más grande que la guitarra española y por tanto con una tonalidad más grave) en una máquina de la que es capaz de extraer múltiples músicas y timbres gracias a la incorporación de distintos componentes. En el concierto sonó como un contrabajo, como un violonchelo, como un generador de ruidos o como una compleja –aunque a la vez rudimentaria– caja de ritmos. Abstracción y lirismo, melodías y libertad, tradición y contemporaneidad. Su música no debiera pasar desapercibida a quienes estén desarrollando una música que no quieran que permanezca anquilosada en esquemas del pasado.
© Francesca Floris, 2010
El domingo 21 de noviembre el baterista barcelonés Marc Ayza presentó su CD Offering. Un proyecto que aúna jazz y rap, logrando que haya un magnífico entendimiento entre el trío de piano/teclados, baj y batería, con el DJ y el vocalista. En directo, y al contrario de lo que sucede en el disco, en que sólo interviene en un par de temas, el rapero Core Rhythm tuvo un papel preponderante. El concierto comenzó con “Offering”, que es un homenaje al padre del rap Gil Scott Heron y en el que se incluyeron referencias a “The Revolution Will Not Be Televised”. Es más que probable que el rap pueda llevar a pensar en otro tipo de sonoridades y de estados de ánimo. Sin embargo quizás no convendría olvidar que los ambientes oscuros y obsesivos que crearon Ayza y su banda fueron la banda sonora perfecta para una música que surge de la reivindicación. Estos ambientes fueron los predominantes en la primera parte del concierto, que en su segunda mitad abrieron paso a una mayor claridad e incluso alegría. El concierto tuvo una clausura magnífica con la banda dándolo todo en el tema luminoso y de reminiscencias latinas “Jalish”. Aunque en esta ocasión el público no reclamó el correspondiente bis, y a pesar de la aparente división de opiniones, en el stand situado a la salida del auditorio no quedó ni un ejemplar de Offering, que sin embargo se veían entre los discos adquiridos por los asistentes.
© Francesca Floris, 2010
La jornada finalizó con David Sanborn. Lo del saxofonista es jugar con ventaja. Aunque es un gran músico, con una historia al principio de su carrera que le asoció con nombres como los de Julius Hemphill, Tim Berne o Gil Evans, decidió optar por el camino de la fusión y la colaboración con grandes estrellas del rock y del pop. En su nuevo proyecto con el organista Joey De Francesco ha dado un pequeño giro a su carrera y se orienta por los terrenos del rhythm’n’blues. Su concierto consistió en la recuperación de algunos clásicos del género como “Let The Good Times Roll” u otros como “Basin’Street Blues”. La música es alegre y divertida, salpicada por un toque de efectismo (tanto el suyo como el del tremendo Joey De Francesco), pero no va más allá. Una lástima, ya que en el caso de Sanborn podría ser bastante más.
Texto © 2010 Pachi Tapiz
Fotos © 2010 Francesca Floris
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