La Sala Ronda fue el escenario escogido por el quinteto que lidera el guitarrista argentino Hernan Hock para la presentación de su trabajo Everything Happened On Olmo Street, grabado en verano del año pasado, pero recién publicado.
Hock y los suyos fueron desgranando los temas del disco ante un público receptivo y cálido, que iría integrándose paulatinamente en la atmósfera particular que crean las composiciones de Hernan Hock, absorbentes y relajadas, siempre amables, y comprometidas con una rigurosa búsqueda de la belleza formal que atiende hasta los mínimos detalles.
Resultó particularmente destacable la calidad de la sección rítmica. Su principal activo era Diego Gutiérrez, finísimo siempre que la atmósfera requería sutilezas, proveedor incansable de energía el resto del tiempo, inagotable en sus recursos (de un efectismo calculado y acertadísimo siempre)… y salvador absoluto del proyecto en ciertos momentos en que los desarrollos de la front-line Hock-Bruna amenazaban con perderse en vaguedades que podrían haber provocado un bajón de tensión. Christian Pérez estuvo exquisito en su discreción, concentradísimo, impecable y entregado a una labor que a ratos, por la naturaleza ciertamente compleja de algunas de las composiciones, no debió de resultar nada fácil; superó el desafío con creces.
Los pasajes en que el pianista Gonzalo Peñalosa tomaba el protagonismo se cuentan sin ninguna duda entre los mejores del concierto. Aparecía entonces un trío excelente, bien trenzado, generador de una música propia y hermosa. Y en esos pasajes se percibía, por cierto, un considerable cambio en el estilo: diríase que Peñalosa desarrolla sus improvisaciones con un lenguaje mucho más cercano al straight–ahead jazz que a ese otro lenguaje más evolucionado y contemporáneo que parece ser la materia prima de la música de Hernán Hock.
Javier Bruna cumplió a la perfección su papel…lo cual tal vez no sea tan bueno como parece: las composiciones de Hernan Hock, generalmente melifluas y muy pulidas, no dan a Javier Bruna la ocasión de demostrar la bravura y el nervio que, como improvisador, suele lucir en otras ocasiones (en el seno del grupo Fractal, por ejemplo) que sí han propiciado el contexto idóneo para su plena expresión. En ese sentido, podría afirmarse que el quinteto de Hernan Hock, por el tipo de música que produce, desaprovecha en gran medida algunas de las mejores cualidades de este saxofonista, que sin embargo, insisto, cumple su función aquí con aportaciones muy notables… porque resulta que Bruna también es capaz de un lirismo sensacional.
Hock, como compositor, manifiesta una personalidad musical marcadamente reflexiva, estéticamente suave y muy amable, introspectiva, muy capaz de una belleza prístina, honesta y sosegada…Como intérprete demuestra una sensibilidad muy bien cultivada, cierto gusto preciosista, bastante inteligencia…y una notable timidez que a veces lastra algunas ideas prometedoras. Su estilo ejerce una influencia anímica muy importante sobre el resto del grupo, con consecuencias generalmente afortunadas, aunque a veces corre el riesgo de imponer un clima de intensidad demasiado baja, una atmósfera que podría sofocar parte de la energía expresiva de los otros intérpretes…tal como, en mi opinión, ha ocurrido efectivamente con Javier Bruna. (Tengo que reconocer también, sin embargo, que, en el disco –precisamente en el tema “La importancia de las cosas”– esa misma morosidad reflexiva permite que Javier Bruna se exprese con una hondura realmente conmovedora… y de paso añadiré que Hernan Hock y Gonzalo Peñalosa firman unos solos extremadamente hermosos en esa misma pieza).
Como regalo a los asistentes al concierto, Hernan Hock interpretó un tango en solitario con guitarra acústica, antes de cerrar la actuación con el último tema junto al resto del grupo.
En conjunto, este quinteto puede estar orgulloso de haber creado una música valiosa, de haber materializado sus nobles intenciones artísticas en un disco que merece atención, y que alcanza un nivel de calidad considerablemente alto. La convergencia de estas cinco personalidades musicales resulta un acierto evidente, a juzgar por los numerosos momentos de pura belleza musical que han quedado registrados en el disco Everything Happened On Olmo Street y que brillaron efímeramente en el escenario de la Sala Ronda durante la presentación del mismo.