Tineke Postma: saxos
Justin Robinson: saxo
Marc van Roon: piano
Frans van der Hoeven: contrabajo
Martijn Vink: batería
Comentario:
La saxofonista Tineke Postma es dueña de una mirada inteligente, incisiva y escrutadora, pero también de la mansedumbre de quien acaba de sacar del horno con naturalidad una tarta de manzana de receta propia. Esos dos hemisferios –la sagacidad de sus ojos y el aroma noble del postre– resumen de algún modo su posición ante la música, sus planteamientos estéticos y la naturaleza de su improvisación. En sus composiciones presenta melodías y estructuras domésticas y amables que luego, sin embargo, rompe en los desarrollos al servirse de patrones rítmicos diferentes o de nuevas estructuras: nos enseña la tarta y cuando vamos a hincarle el diente ésta cambia de aspecto. Para que esa secuencia no nos desequilibre, la nueva presentación de la tarta descansa también en territorios cómodos y familiares: algo de swing o algún groove insistente y pegadizo (de esos de menear el pie y la cabeza sin temor a perdernos). En esa frontera entre el jazz para todos los públicos y otro más personal, el soplido de la holandesa (especialmente con el soprano) revisita con su propio lenguaje las líneas dubitativas de Wayne Shorter y la pegada de Coltrane en “My Favourite Things”, sin por ello renunciar a cierto embeleso femenino y al terciopelo que dejó fluir en la meditativa “Before The Snow” que cerró el primer pase. Fue en el segundo, para mi sorpresa, cuando invocó con terrible soltura (y también con el soprano) al mismísimo Charlie Parker y la enjundia del bebop. El pianista Marc van Roon jugó también desde su puesto a desdoblarse. Utilizar el viejo piano del Filloa y un piano eléctrico (por separado o en un reparto de manos) le habilitaba para sonar añejo o fresco a su antojo. Sus elecciones de ambas opciones determinaron con acierto los múltiples cambios a los que la tarta y su aroma se vieron expuestos, magistralmente sostenido por el resto de la sección rítmica. Se echó de menos alguna otra intervención en solitario del contrabajista. Hubiese sido la guinda.