El primer tema fue “A New Minicoach”, y se podría decir que resume la estética en torno a la cual i Visionari asienta sus cimientos: irreverencia que hace incluso dudar si están en serio o de cachondeo, sonido añejo de moviolas en blanco y negro, ramalazos de Carosone o Fellini, y sobre todo, para un servidor, una postura vital que recuerda a la interpretación de Roberto Begnini en el papel de Guido Orefice de La Vida Es Bella.
Después vinieron temas como “Sqires in Central Park”, “Lahesa” u “Obsesión”, en los que el grupo ofreció un sonido sofisticado que abarcaba todo tipo de enrevesamientos sonoros: sonidos clásicos, a veces post-free, solos perfectamente interpretados por todos los músicos, (a destacar el impoluto sonido de los clarinetes de Nico Gori), entrelazados mediante disonancias, referencias a la música popular italiana, al mainstream..., en una suerte de ensalada mediterránea en la que todo cabe, y que bien aliñada, sabe excelente. Eso por no citar los ramalazos cómicos presentes por todas partes, o a Bollani bailando mientras los otros miembros tocaban. O Bollani tocando de pie… Para muestra, un botón: En mitad del concierto, Stefano Bollani se dispuso a presentar un tema "dedicado a esta tierra en la que nos encontramos, no hablo bien spagnolo mas no pasa nada porque tampoco hablo bien italiano... bueno el tema está dedicado a esta tierra en la que estamos y se llama 'Sicilia'”, despertando como no podía ser de otra forma las sonrisas de los espectadores. Después vendrían “A boy in the sky”, “The Hamburg” y “Tótem”, en una suerte de diálogos musicales excelentes que fueron muy apreciados por el público. No faltó su versión del “Che cosa sono le nuvole” del cortometraje de Pasolini, cantando al piano solo, para acabar con “Hamburg Boogaloo”, la más irreverente de todas las canciones del irreverente Bollani, utilizada de forma habitual como despedida en los conciertos de I Visionari. Un espectáculo en toda regla.