El concierto del dúo formado por el pianista Agustí Fernández y el trompetista Peter Evans en San Sebastian, además de secreto, fue olvidado y sepultado entre otros tres. En sus dos últimas ediciones la veterana cita donostiarra ha ido organizando los denominados “conciertos secretos”. Estos son anunciados apenas 24 horas antes de que tengan lugar. El comentado aquí tuvo lugar en la segunda jornada de las citas en el Museo de San Telmo en 2011. Ni más ni menos que tres eran los conciertos ya anunciados oficialmente para esa noche en ese nuevo emplazamiento del festival: John Scofield en cuarteto con Mulgrew Miller a las 0:30 y René Marie y Jan Bang: Poppies From Kandahar a la 1:00. A todo ello se sumó a la 1:30 la cuarta actuación. Un minifestival dentro del festival al más puro estilo del instaurado por otras citas como el North Jazz Sea Festival. Dicha disposición puede tener sus ventajas, como la de realizar algún nuevo descubrimiento entre tanto concierto, aunque en el caso de San Sebastián es más que probable que las intenciones de los asistentes estuviesen establecidas de antemano. John Scofield es uno de los grandes atractivos de los festivales en nuestro país verano tras verano. René Marie, a pesar de ser una cantante no demasiado conocida, ha logrado grandes críticas con sus últimos trabajos. En cuanto a los noruegos Jan Bang: Poppies From Kandahar, además de contar con el atractivo de la remezcla de su música en directo, incluían la participación del veterano trompetista John Hassell, la cantante Sidsel Endresen y el bajista Lars Danielsson en la formación. Por otra parte la disposición de los conciertos no ayudaba a atraer al público al situado en último lugar. Los indecisos o curiosos tenían tres oportunidades con anterioridad, mientras que los no satisfechos con Scofield, por ejemplo, podían probar con René Marie o Jan Bang antes de intentarlo con el encuentro entre el trompetista y el pianista. Sería interesante desde un punto de vista técnico conocer la rotación de los asistentes entre esos cuatro conciertos, así como los datos de asistencia a cada uno de ellos. Finalmente, y como anécdota, hay que señalar que fue olvidado entre tanta actuación: si se acude a los boletines con los asistentes, conciertos y repertorios interpretados que día a día ofrece la organización del festival se podrá comprobar que este concierto simplemente ha desaparecido, no tuvo lugar, no existió.
Una lástima en todo caso, ya que cualquier festival podría presumir de un concierto que reunía varios factores que podrían haber sido explotados como valores añadidos. El primero es la categoría de los dos músicos, pertenecientes a la primera línea de la escena de la libre improvisación. Peter Evans, además de ser integrante del iconoclasta cuarteto Mostly Other People Do The Killing –terroristas sonoros para algunos a tenor de lo leído y que actuó la noche anterior–, está grabando y actuando en compañía de algunos de los pilares de la libre improvisación de primer orden. Agustí Fernández está en un momento extraordinario. Activo en múltiples proyectos de libre improvisación, el pasado año grababa el estreno de TriEZ en Universal, una de las obras más brillantes del jazz nacional en 2010. Además ha grabado y sigue grabando en sellos tan reconocidos como ECM, además de en otros tan selectos como Intakt, Maya Recordings, Psi y Emanem, con los que ha logrado las críticas más elogiosas entre la prensa especializada internacional. El segundo factor añadido, y el más importante, fue que el concierto de Donosti fue el estreno mundial del dúo. Ambos músicos han tocado y grabado juntos en distintos grupos y formatos, pero la de San Sebastian fue la primera ocasión en que ambos tocaban en este formato.
Tras el concierto parece claro que no será la última actuación del dúo. Tras finalizar, se pudieron escuchar entre los asistentes y en voz alta preguntas del estilo “¿pero no había planeado nada de antemano?”. Tal fue el nivel de entendimiento que mostraron ambos músicos. Su concierto fue un toma y daca continuo de ideas, provocaciones y retos lanzados desde uno y otro lado del escenario y respondidos al instante. Agustí Fernández se encargó en alguna de las improvisaciones de explorar el teclado de arriba abajo, mientras que en otras se dedicó exclusivamente –utilizando un par de bloques de madera–, a explorar las posibilidades del interior del piano. La anécdota divertida del concierto fue la dedicatoria a un impertinente fotógrafo –a quien sólo le faltó subirse al escenario y apoyar la cámara sobre el hombro del pianista–: una violenta andanada de notas que fueron pura disuasión musical. Peter Evans usó un arsenal mínimo, apenas un par de trompetas, nada de pares de sordinas. Su labio superior se veía algo maltrecho, y sin embargo se empleó como el gran virtuoso de la trompeta que es a pesar de su juventud. Su diálogo fue fluido desde el principio hasta el final, tema-improvisación-composición instantánea tras otro. El bis fue más que merecido y una consecuencia lógica. En ese último tema, más breve que los anteriores, ambos mostraron su lado más lírico, otra cara más de ambos músicos. Sus sonrisas y miradas cómplices de satisfacción fueron el mejor final de un gran concierto.
