La obligada cita del verano en Peñíscola ya está aquí con la octava edición de su esperado festival de jazz. Una vez más no se han escatimado esfuerzos y figuras de talla mundial como Jeff Lorber, B.B. King, Cassandra Wilson y Roberta Gambarini pasarán por el escenario del Palau de Congressos durante el mes de julio. Paralelamente, no conviene olvidar la gran labor que sigue realizando este festival con la programación en diversos recintos de bandas locales, así como la celebración de seminarios, que contribuyen a acrecentar la afición por el jazz en una ciudad que ya ha adquirido un merecido nombre dentro del calendario jazzístico en este periodo estival.
El honor de abrir el festival le tocó al pianista y teclista norteamericano Jeff Lorber con una resucitada versión del “Jeff Lorber Fusion”, con el que está decidido a revivir los éxitos del pasado, cuando a finales de los 70 iniciaba una fulgurante carrera dentro de lo que convencionalmente se ha llamado jazz fusion . Por aquel entonces, ese cóctel formado por funk, R & B, rock y jazz, gozaba de una reputación que encandilaba a unos y escandalizaba a otros. Para unos suponía la quintaesencia de la evolución del jazz, siempre atento a fagocitar a otros estilos, y para otros no era más que una degradación (o degeneración) de una música que debía ser fiel a su esencias. Lorber, como tantos otros, no ha hecho más que ser fiel a la máxima de Miles de que el jazz tenía que evolucionar y dar siempre pasos hacia adelante e incorporar todo aquello que pudiera enriquecerlo.
Now Is The Time (ahora es el momento) es el resultado de la nueva reencarnación de este grupo. A lo largo del concierto fue desgranando uno a uno los temas de este trabajo formado por algunas composiciones ya incluidas en anteriores discos, como “Rain Dance”, “Chinese Medical Herbs”, con la que abrió el concierto, “Black Ice” o “Mysterious Traveller”, que compuso el saxofonista Wayne Shorter cuando era componente de Weather Report .
Ante todo hay que destacar la gran solvencia demostrada por los acompañantes de Lorber. La contundencia de Poogie Bell, que no escatimó esfuerzos a lo largo de la noche, tanto en sus acompañamientos como en los solos; la complementación del tenor Bob Franceschini, un saxofonista muy solvente, con cierto aire a Joe Lovano, tanto en sus acometidas y fraseos con el saxo como con su atuendo, y la maestría demostrada por el consagrado bajista Jimmy Haslip, componente de los Yellowjackets . Haslip fue sin duda el mejor músico de la noche, tanto por sus cambios de ritmo y su manera de incrementar la tensión como por esos prodigios dignos de la mejor escuela de Jaco Pastorius. A estas alturas se trata de un músico que no tiene que demostrar nada. Al igual que le sucede a Jeff Lorber, que evidenció una vez más su capacidad para moverse por los más variados terrenos, sabiendo mantener el equilibrio entre los momentos más calmados y los rítmos más excitantes. Aunque donde mayor presencia demostró fue en los tramos donde se inclinó por la improvisación en los teclados.
A pesar de que el concierto se vio un tanto deslucido por problemas que tuvieron su origen en la mesa de sonido, lo que impidió por momentos apreciar toda la potencialidad que atesoraba esta formación, el “Jeff Lorber Fusion” demostró que sigue siendo uno de los grupos punteros que, sin duda, va a seguir ofreciendo grandes momentos a sus seguidores.
