A tan solo dos años de su paso por San Javier, el trompetista Wynton Marsalis, se presentó de nuevo en la decimocuarta edición del festival de jazz de esta ciudad a orillas del Mediterráneo, con la Jazz At Lincoln Center Orchestra y un nuevo proyecto llamado “Música de las décadas”. Un variado y extenso repertorio en el que Marsalis intenta hacer un recorrido por las diversas épocas y estilos que configuran la música de jazz desde los orígenes de este género musical hasta nuestros días. Todo estaba dispuesto para que fuera una noche mágica e inolvidable y así fue. Sin apenas preámbulos los miembros de la big band fueron saliendo a escena, un total de quince músicos, que conforman una de las más prestigiosas bandas de jazz de los últimos tiempos. Tras ser recibido con una gran ovación por parte del público, el líder habló de su nuevo proyecto, presentó a los componentes de la orquesta y anunció su primera pieza llamada “Inner Urge”, composición del saxofonista Joe Henderson. La exposición de la melodía realizada al unísono con el piccolo y la flauta travesera, dio paso a las primeras improvisaciones del saxofonista alto Sherman Irby, con un sonido poderoso, tocando con una gran maestría, la trompeta de Marsalis y del trombonista Elliot Mason, en un tiempo rápido o fast , arropados por los backgrounds del resto de la sección de vientos. Con el tiempo solo necesario para que los músicos pudieran pasar las hojas de la partitura, llegó la exposición de la segunda pieza, “Light Blue” de Thelonious Monk, a cargo del pianista Dan Nimmer, seguida de una improvisación del propio piano y el saxo tenor de Walter Blanding Jr., un saxofonista pleno de recursos y fraseo limpio. Los primeros “ solis” (arreglos rítmicos de la ensemble), fueron sonando alternándose entre los solos principales, con tal fuerza, precisión y calidad sonora, que sus ondas parecían empujar en sus asientos al entusiasmado público. Para continuar el repertorio, Marsalis tenía preparada una suite, “Stuart Davis For The Masses”, dividida en tres partes. Y así comenzaron la primera de ellas llamada “The Mellow Pad”, a modo de exposición con la melodía repartida entre las distintas secciones de viento. Una segunda parte llamada “Garage Lights”, incluyó dos improvisaciones, una del trombonista Vincent Gardner y otra del excelente trompetista Marcus Printup, con la reposición de la melodía principal entre ambos solos. Un cambio rítmico a swing marcó la entrada a la tercera parte de la suite, “New York”, en la que destacó una exquisita improvisación del pianista. Los arreglos vertiginosos de las tres secciones de vientos finalizaron con esta pieza magistral. La idea y el modo de dirigir de Wynton Marsalis conllevan su riesgo. El líder de la orquesta se sitúa como uno más dentro de ella, en la sección de trompetas, y de esta forma, desde atrás y no por delante de la banda, como suele ser lo habitual, resulta difícil, a veces, dirigir a sus componentes o marcar y recordar los cambios y arreglos necesarios en cada tema. En el tema de Duke Ellington, “The Mooche”, un pequeño despiste de la sección de vientos provocó un ligero desajuste estructural en la pieza, imperceptible a oídos de la gran mayoría del público. Donde tenia que haber un “soli” con el resto de vientos no lo hubo, y el saxofonista encargado del solo, siguió tocando algo más del tiempo estipulado. El líder dio un toque de atención a su banda de forma tan natural que pareció no haber pasado nada y así devolvió las cosas a su lugar en la estructura original. Lo más destacado en este tema fueron las improvisaciones del clarinete en manos de Victor Goines, el solo del joven trombonista Chris Crenshaw, y el juego de pregunta y respuesta que mantuvo este último con el resto de la sección. Una introducción a tiempo de bulerías con las palmas, dio la entrada a una pieza anunciada como “Big 12”, primer movimiento de la composición “Vitoria Suite”. Los arreglos musicales de la orquesta afloraron con un ímpetu arrollador y de nuevo sonaron las improvisaciones, esta vez de piano, la trompeta de Marsalis y el saxo soprano curvo de Walter Blanding Jr., que realizó gran parte de la labor de improvisar dentro de la sección de saxofones. El líder hizo un corto receso para descansar a la banda, e invitó a Carla Cook a salir a escena y cantar el standard “In A Mellow Tone”, en el que la vocalista estuvo acompañada por el saxo barítono de Joe Temperley. El scat intenso de la invitada, casi no dejó lugar para la improvisación del veterano Temperley, que tuvo que esperar hasta el momento apropiado para desarrollar su solo, algo molesto por la situación creada.
Rebasado el ecuador de la actuación, la banda obsequio a la audiencia con un blues menor, “Wigwam”, del pianista Chick Corea. Habría que destacar aquí el primer solo de Kenny Rampton, seguido de otras improvisaciones a cargo del saxo alto de Ted Nash y un atinado solo del contrabajista Carlos Henriquez, un músico con un gran peso especifico en la sección rítmica, que realizó una labor impecable durante toda la actuación. “The Tree Of Freedom”, octavo movimiento de “Vitoria Suite”, supuso una agradable sorpresa para los espectadores ya que en raras ocasiones se puede escuchar a un desenfadado Wynton Marsalis cantando una work song a modo de pregunta y respuesta con el resto de la banda. Hubo que esperar al noveno tema, “Straight Up & Down”, para escuchar el único solo del trompetista Ryan Kisor, segundo de a bordo en la sección de trompetas. Aunque lo más destacado fue la improvisación de saxo alto en boca de Sherman Irby, rápido e incisivo, con una fuerza de expresión elegante y desbordada, y el primer solo del baterista Ali Jackson, trabajo para titanes el que aguantó este gran músico, también pieza clave en la formación.
Tras retirarse toda la banda del escenario, Marsalis utilizó otras formaciones para seguir la actuación. El jazz clásico de Nueva Orleans inspiró al líder y se inició una alegre y vivaz marcha rítmica por la que navegaban las voces de los vientos, trompeta, saxo tenor y trombón, en una formación de septeto. Otras dos piezas del repertorio dieron fin a la actuación, “Snake Rag” y “Weary Blues”, en sexteto.
La sensación en conjunto que dejó en mí esta gran orquesta es la de ser una de las apuestas más atrevidas en este tipo de formaciones. Transmite potencia y fuerza musical, calidad, pura creatividad y solidez, avaladas por la buena técnica musical y ejecución limpia de sus componentes, a veces enérgica, a veces sutil, según se requiera en cada composición. Sin tener en cuenta algún insignificante vaivén, propio de un trabajo orquestal tan complejo y extenso, el resultado fue en gran medida satisfactorio.
Ya en los camerinos, Marsalis apoyó con su firma, en una de las listas que la asociación Zarangojazz ha confeccionado, y a la cual represento, la continuidad y permanencia del Festival Internacional de Jazz de Murcia, que este año ha sido suspendido de forma arbitraria y sin contar con la opinión de los ciudadanos, lo que ha significado un varapalo para los músicos y aficionados al jazz de esta región. Menos mal que aún nos queda San Javier. Ánimo y gracias a su director Alberto Nieto, por el esfuerzo que significa, más en los tiempos que corren, organizar y mantener esta iniciativa con la ya catorce edición de este festival.