Douglas ha preparado un repertorio a tres voces en el que respeta la calidez del italiano Rava, la juventud más aguerrida del israelí Cohen (no confundir con el bajista del mismo nombre) y él se reservó un espacio en el que poder interconectar las diferentes voces. Extraordinario el concierto que dieron, sin caer en la tentación de exhibicionismos ni competiciones, los tres salieron al mismo tiempo y llegaron igual a la meta, apoyándose, complementándose y estimulándose para que cada pieza subiese más arriba que la anterior con estimulantes ruedas de solos en espiral. Fue asequible y también espeso, melódico aunque con fases de quiebros y disonancias, destacando asimismo la absoluta ausencia de ensimismamiento de los músicos.
Muy amables, hicieron todo lo posible por comunicar, Douglas se mostró muy cercano e hizo gala, en un esforzado castellano, de ese afán comunicador que posteriormente mostró nuevamente en la tienda del festival, firmando discos y dejándose fotografiar. Desde el
hard bop hasta el
swing o la música de circo y pasacalles, sin duda se trata de uno de los mejores conciertos de esta edición; así los reconoció el público con una gran ovación que no cesó hasta que volvieron a salir, rozando los 140 minutos de concierto con el regalo de ‘JFK The airport', del propio Douglas.