El concierto de Cecil Taylor en la jornada inaugural de Jazz em Agosto 2011 sorprendió a algunos de los asistentes. Especialmente a quienes esperaban una descarga percusiva del músico neoyorkino sobre las ochenta y ocho teclas del piano que llenaba el centro del escenario de un auditorio al aire libre lleno hasta la bandera, con las entradas agotadas desde horas antes del inicio del concierto.
Al contrario de lo habitual en este ciclo, el concierto comenzó con 19 minutos de retraso. Un Cecil Taylor un tanto despistado localizó el piano, se situó en él y extrajo de una bolsa de plástico, en la que quedaron sus poemas, sus partituras. A continuación, usando en primer lugar exclusivamente la mano derecha, luego la mano izquierda, la derecha nuevamente y finalmente las dos, dio comienzo un recital memorable. Tal fue así, que pasaron varios temas hasta que el pianista recibiera los primeros aplausos de un público sumamente respetuoso y subyugado con la belleza de la música que salía de sus manos. Ésta, en algún momento –y tal y como muchos esperaban– nos mostró a Cecil peleando contra Taylor.
Esos primeros cuarenta y cuatro minutos de música, que pasaron como un suspiro, fueron premiados con grandes aplausos. A continuación el pianista sacó su alma de poeta para declamar durante algo más de un cuarto de hora sus poemas En ellos aparecieron sus referencias tanto a la bioquímica como a la física (especialmente a la fuerza de Coriolis).
El recital estaba ya en su parte final, y a los poemas siguieron dos composiciones más con una duración de quince minutos. En ellas se mostró algo más enérgico que en las anteriores, desarrollando la primera de ellas magistralmente a partir de la repeticíon expansiva de un pequeño motivo. Cecil Taylor hacía ya mucho tiempo que se había metido al público en el bolsillo, y ni los aplausos ni el primer bis se hicieron esperar. Este consistió en un tema de apenas dos minutos, precioso. Dio paso a una nueva tanda de aplausos y a un nuevo bis que, tomando forma de recital, mostró nuevamente al poeta. Cuatro minutos a los que siguieron una nueva tanda de aplausos y el final y cierre de una jornada memorable. La de un maestro que con ochenta y dos años todavía tiene mucho que contar. Y es que si hay quien definió, y se acepta, al jazz como a la música de la sorpresa, el concierto de Cecil Taylor fue jazz de primera, verdadero jazz del siglo XXI.