El club Jazzazza reinició su programación
internacional de este otoño con un entrañable
y extraordinario concierto, el del Nelson Cascais Quintet,
liderado por el contrabajista portugués. Cascais
regresó a Jazzazza acompañado de un invitado
especial, el saxofonista norteamericano Logan Richardson,
una de las figuras más destacadas de su generación.
Su vertiginoso ascenso y reconocimiento en el mundo del
jazz se debe, en parte, a su mentor y maestro del saxofón
Greg Osby, que le impulsó en su propio sello discográfico.
El contrabajista presentó su nuevo proyecto convertido
en un disco de reciente edición: The Golden Fish
(Toap, 2011). Un trabajo original y definitivo en la
carrera del músico portugués, después
de sus tres discos anteriores: Ciclope (Toap, 2002),
Nine Stories (Toap, 2005) y Guruka (Toap,
2009).
La sesión comenzó con “Bola de cristal”,
tema que encabeza también su último trabajo
discográfico. El buen sonido, casi acústico,
se hizo presente en la sala, como señal inequívoca
de la profesionalidad del conjunto que apenas se sirvió
de mecánicas y artificios, exceptuando la guitarra
eléctrica. Fue Logan Richardson el encargado de abrir
la serie de improvisaciones en este primer tema, seguido
del guitarrista André Fernandes, el cual utilizó
con frecuencia los efectos de sonido que salían de
su caja. También tuvo su espacio aquí el primer
solo del pianista Oscar Graça, arropado por algunos
backgrounds de sus compañeros. Una introducción
del saxo alto dio paso a la segunda pieza del repertorio,
“Tom Boy”, composición de André
Fernandes. El tema destacó en gran medida por su
peculiar estructura armónica y el buen groove
conseguido por el grupo, dando la impresión de encontrarse
ante una elegante fórmula con un nivel de sonido
bien compactado. Cabe destacar el excelente trabajo del
baterista Bruno Pedroso, que realizó un impresionante
e impecable ejercicio rítmico durante todo el concierto,
en perfecta interacción con el resto de los componentes
de la formación. Otra introducción, esta vez
de piano y batería, marcó la entrada del tema
central “The Golden Fish”, que da titulo al
álbum. La exposición de la melodía
compartida por el saxo y la guitarra precedió a dos
largas improvisaciones a cargo de Fernandes y Richardson,
a cual de ellas más notable. Cascais realizó
en solitario la introducción de “Everybody
Needs A Fishbowl”, un tema extenso en el que todos
los componentes tuvieron su espacio para la improvisación,
destacando los elocuentes solos de piano de calidad magistral
y de guitarra. Para acabar la primera parte del concierto
el líder anunció “Mensagem ao contrário”,
una deliciosa pieza en la que el contrabajista desarrolló
su primer solo de la noche.
Tras el descanso, el quinteto continuó con “Mirabilis”,
cuyo nombre hace referencia a una especie de colibrí
y al efecto que producen sus alas. Lo más lucido
fue la intervención del guitarrista André
Fernandes, que desplegó técnica y buen hacer
a raudales con un lenguaje rico, intenso y colmado de ingenio,
no sólo en esta pieza sino a lo largo de todo el
concierto. La labor musical del guitarrista es fundamental
y destacable en la formación, aportando un carácter
sutil, casi mágico, con la utilización del
sonido más apropiado en cada composición.
La velada continuó con un tema del saxofonista Sam
Rivers llamado “Cyclic Episode”, desarrollado
a tempo muy rápido. El grupo quedó a cuarteto,
sin guitarra, pasando gran parte del protagonismo al saxofonista
Logan Richardson, que efectuó un enérgico
solo de improvisación. Fuerza y expresión
creativa son dos características claves en la ejecución
del saxofonista de Kansas, manejándose con destreza
en la tesitura alta de su instrumento. El líder del
grupo anunció la última pieza de la sesión,
“Southern Star”, también a cuarteto,
pero esta vez sin saxofón. La melodía de la
balada ejecutada por el pianista Oscar Graça dejó
paso a otro magnifico solo de guitarra con efectos de wah-wah,
mostrando de nuevo la técnica depurada del guitarrista
en el manejo del pedal. Como era de esperar el público
agradeció el trabajo de este excelente quinteto y
Cascais respondió con un tema de su anterior disco
Guruka, llamado “O Centro Do Mundo”,
creado e inspirado en su hija. El baterista Bruno Pedroso
deleitó al aforo con un espléndido solo como
colofón del tema. El concierto llegó a su
fin con otro bis, una pieza corta y alegre con aires de
ritmo funk con la que el grupo recogió los
últimos aplausos del respetable público allí
presente.
Un concierto, en resumen, de una gran calidad musical,
tanto en el aspecto creativo como en la ejecución
instrumental de todos los componentes de la banda, sin excepción.
Nelson Cascais nos reveló una vez más, con
este nuevo proyecto, sus grandes dotes compositivas y un
gusto exquisito en la confección de sus ideas musicales.
Jazzazza le deseó una buena andadura y proyección
para este trabajo, animándole a volver en una próxima
ocasión. Creo que en verdad se lo merece.