Comentario:
Lo que ha ocurrido con este concierto, desde mi punto de vista, es algo curioso y que trasciende al propio cuarteto Samdhi de Mahanthappa, que como muchos ya sabrán acaba de editar un descollante CD con este proyecto en el sello alemán ACT. A la formación que grabó el disco le faltaba pues un quinto miembro, el percusionista Anantha Krishnan, un detalle no menor según me pareció por lo visto y oído.
Vayamos al principio. El concierto se inició como se inicia el disco, los temas “Parakram #1” y “Killer” empalmados, seguidos e interpretados con velocidad y fuerza de crucero. A partir de ahí, el cuarteto fue desgranando las piezas del disco casi, casi en el mismo orden (me atrevería a jurar que en el mismo sin el casi, pues acabó también de la misma forma que el CD, con “For My Lady” y “For All the Ladies”, y por lo que recuerdo el resto de temas se situó cronológicamente más o menos igual). Y todo esto siguiendo la misma tónica: un poderío asombroso, rayando lo chulesco. Y con esto vamos acercándonos al meollo. Poco a poco, y a pesar de que había pequeñas variaciones, algunas improvisaciones, diálogos, etc., se iba instalando en uno la sensación de que algo estaba resultando insuficiente. El disco es genial, Mahanthappa también, e igual puede decirse de los músicos que le acompañan, y es por eso que uno esperaba algo más que un concierto planteado más para apabullar que para entrar en una buena longitud de onda. Y estoy convencido de que esto, lo de “entrar en una buena longitud de onda”, que no es otra cosa que una comunicación fluida y generosa, dejando espacio al público para ir entrando e irse empapando, viajando, gozando de la música; como digo, todo esto Mahanthappa lo entiende perfectamente, por su origen y porque lo ha demostrado con su música.
Entonces, ¿por qué en lugar de plantear la cosa de un modo más tranquilo, más relajado, más profundo, lo hizo de este modo tan estridente, altivo y escasamente empático?
Tampoco quiero decir que todo el concierto fuera igual ni que nada hubiera en él de rescatable. Ni mucho menos. Recuerdo, sin ir más lejos, lo que me gustó, mucho más que en el disco incluso, “Playing with Stones” en la que Rich Brown toca el bajo eléctrico como si de un
sitar se tratara, con mucha sensibilidad a pesar de la dificultad técnica que entraña la pieza. También hubo un buen puñado de fraseos fabulosos de Mahanthappa, incluyendo una estupenda versión de la alucinante “Parakram #2”.
Pero hubo cosas que me cargaron. Por ejemplo, muchos de los diálogos entre el saxo y la guitarra, que no dejaban de tener un deje funcionarial, con el agravante de ese componente chulesco ya mencionado. O, siguiendo con Gilmore, el guitarrista, que no es que me guste especialmente, todo hay que decirlo, decir que estuvo demasiado cargante, excesivo, ebrio de de sol(ips)ismo. En el disco tiene momentos mucho más finos. Por regla general, la otra noche se lanzó él solo a una especie de batalla consigo mismo (no sé por qué, pero mientras lo veía me vino a la cabeza aquella historia de
Rumble fish sobre el pez que se suicida dándose golpes contra el vidrio de la pecera. Hasta cierto punto angustiaba verlo).
Probablemente todo ello se deba a la decisión de plantear las cosas como al parecer se espera dentro de un festival de jazz: dominio técnico arrollador, sin dejar ni respirar ni pensar con claridad, algo lamentablemente demasiado ligado a muchas
stars del jazz-rock. Probablemente, dentro de este tipo de certámenes hay un público que disfruta y quiere ver justamente eso. Pero, también hay gente, y creo yo que en un número nada desdeñable, que hubiéramos preferido otra dirección más inteligente, más creativa, no tan sobada, que nos hubiera invitado a entrar. Fuera lo que fuera, la impresión general era que la manera de plantear la fusión aquella noche era mucho más convencional que en el disco (o tal vez sea que, por definición, cierta fusión en el directo se traviste de grand rock circus sin que se pueda hacer nada al respecto).
Concluyendo, fue un concierto que me dejó una sensación agridulce. Por un lado, hubo cosas fantásticas, incluso mejores que en el disco (que era lo que por otra parte esperaba). Pero, en cambio, muchas otras veces sentí frialdad en la música. Me pareció que se estaban repitiendo unos patrones mecánicamente, no aplicando un criterio artístico sino un desmedido exhibicionismo. No digo que fuera un mal concierto. Dudo que Mahanthappa pueda dar un mal concierto. Simplemente digo que me hubiera gustado otro enfoque, y creo que era posible. Otra vez será.