Dos campeones de la libre improvisación y una propuesta española abrieron la 30 edición del Festival de Jazz San Juan Evangelista. De nuevo una apuesta de gran altura con dos históricos: uno más reciente, Ishmael Wadada Leo Smith, al que se recuerda siempre por la gran huella que deja a su paso, y otro, Louis Moholo-Moholo, que volvía al Johnny después de mucho tiempo.
Con un repertorio totalmente improvisado, los fraseos de Wadada propusieron diversas vías de investigación, mientras Moholo-Moholo paeció al principio limitarse a acompañar al trompetista. No importó: Wadada siguió su ruta a través de la cual fue explorando caminos sin preocuparse de volver atrás. Siempre avanzando y proponiendo nuevas notas. Los seis temas que formaron el concierto podrían ser perfectamente los capítulos de un mismo libro. Relatos en los que no basta con dejarse impresionar; hay que profundizar en los acordes y fraseos de trompeta que traspasan los oídos y llegan a lo más hondo del corazón. En eso debe consistir el arte creativo con mayúsculas. Una tarea difícil de describir, pues adquiere su verdadera justificación con la presencia y el momento de la interpretación. . En ese empeño lleva Wadada más de 35 años, desde que inició su carrera experimental y creativa con aquellos discos editados bajo el sello Kabell.
Los temas se caracterizaron por una misma línea de continuidad. Moholo-Moholo creó la base, el fondo y las transiciones, en las que Wadada se sumergió para extraer los sonidos más inverosímiles. Jugó en el terreno de las sensaciones, de las pulsiones a flor de piel. Sus finales fueron imprevisibles, siempre con la sombra de Miles Davis flotando sobre el auditorio del San Juan.
De una forma austera en la presentación y por momento casi minimalista, Wadada y . Moholo-Moholo ofrecieron un concierto con las puertas de la imaginación abiertas. Quizá Moholo-Moholo estuvo un tanto por debajo de lo esperado, limitándose a seguir a Wadada con un extremado automatismo, sin apenas aportar nada de su cosecha. Concierto con dosis de solemnidad, donde el silenciofues un fiel aliado de las notas que Wadada lanzó al viento.
El concierto no fue ninguna sorpresa, ya que supuso una demostración más de la gran creatividad de este músico histórico. En definitiva, un monólogo de Wadada Leo Smith que sonó a clase de improvisación, en la que hay que abandonar los prejuicios fuera del auditorio para dejarse atrapar por una música que fluye sin calificaciones ni encasillamientos. Es música que proviene directamente de la fuente de los sentidos. Sólo hay que cerrar los ojos y dejarse mecer por ella y saber captar el momento de la sensación verdadera.
Muy diferente fue la propuesta del trío Jerez-Texas, creado hace 9 años, con tres discos editados y muchos conciertos a sus espaldas, donde el flamenco, la música clásica y el jazz, en menor medida, se dan la mano para crear un conjunto caleidoscópico donde prima la diversión. Sus composiciones, la mayoría incluidas en su último trabajo Sun , mostraron diversas influencias que se radican en el área del Mediterráneo, con ciertos toques caribeños en algunas fases. El trío aportó muchos gramos de optimismo y alegría en las piezas que fue desgranando con una excelente técnica y un buen ensamblaje armónico.
La guitarra flamenca de Ricardo Esteve aportó frescura, Matthieu Saglio al violonchelo le dio un toque de distinción al trío y Jesús Gimeno cumplió su papel con absoluta precisión. Ningún detalle se le escapó a este grupo donde los sonidos aparecieron a borbotones dotados de una belleza embaucadora. A destacar la presencia del francés Saglio quien con el violonchelo hizo las veces de contrabajo, pero que cuenta con una gran protagonismo en cada una de las piezas.
Su registro abarcó diversas posibilidades. Desde el lado más pausado y melancólico de “Un Americano en Motril”, hasta el más festivo y colorista de “Color Café”. Pasando por una iconoclasta versión del “Birlands” de Weather Report.
Buen sabor de boca dejó por tanto este trío Jerez-Texas, que no proviene de ambos enclaves, sino de Valencia. Una formación a tener en cuenta tanto por su buen hacer, como por su capacidad para indagar en las raíces autóctonas con originalidad y mucha claridad de ideas en sus interpretaciones.