Tras muchos años en la carretera, el trío D'3 no tiene nada que demostrar a los aficionados que ya conocen su trayectoria. A estas alturas, ¿qué más se puede decir que no se haya dicho de Jorge Pardo?: sigue manteniendo su fina sensibilidad de siempre para desarrollar una música que es capaz de conmover los más fríos sentimientos.
A ritmo de una guajira el trío comenzó a desgranar su música. Son tres “viejos rockeros ” del jazz nacional, entre los cuales no parece haber ningún secreto. Hay tal grado de complicidad entre ellos que casi hasta conocen su respiración.
Con mucha claridad de ideas, siendo fieles a un estilo preciso y evidente, los habituales fraseos de Jorge Pardo siguen siendo directos y claros como el agua; la batería de “Roper”, contundente y delicada a la vez, y el contrabajo de Francis Pose plenamente efectivo: expresa una calidez y una lírica que dice mucho de este gran músico.
Tanto al tenor y al soprano como a la flauta, Jorge Pardo tiene la capacidad de convertir lo complejo en sencillo. Sin fisuras en sus interpretaciones alcanza siempre la meta pretendida. Esto no quiere decir que su ejecución sea
automática; al contrario, no utiliza la técnica por la técnica, sino que, como gran dominador del lenguaje del jazz, cada período supone aportar un elemento emocionante, ya sea en los acordes de clásicos como “Asturias” de Isaac Albéniz o en temas de la música popular española.
Temas tradicionales que no son una excusa para trasladarlos al lenguaje jazzístico, con afinados fraseos capaces de irradiar toda clase de emociones, tristeza y alegría juntas.
Como tres amigos bien avenidos, los componentes del grupo saben repartirse su ración de solos, en los que cada uno sabe brillar a gran altura. Lo mismo sucede cuando se superponen los diálogos, ya sean entre Francis Pose y Jorge Pardo, al que puede sustituir como línea de continuidad otro diálogo entre “Roper” y Pose.
Sin desmerecer para nada el resto del repertorio, el momento más emocionante fue una taranta dedicada por Jorge Pardo a Camarón: una pieza de corte flamenco con mucho sabor, en la que la flauta parecía estar invocando por momentos el espíritu del gran cantaor de San Fernando. Tras unos minutos en los que el silencio de la sala mantenía el tono para no saltar de emoción, la flauta emulaba los quejíos de Camarón, sólo rotos con la entrada sutil de la sección rítmica. Después nuevos solos de Pose y de ”Roper”, para terminar con 
un contundente solo de Jorge Pardo, que supuso uno de los momentos culminantes de la noche.
Una vez más, D'3 demostró su sobrada experiencia y su apego a la música española, donde el flamenco y el jazz de categoría ocupan un lugar destacado. Jorge Pardo sigue fiel a su estilo y clase, destilando su técnica habitual. Después de muchos años en el escenario, la coherencia musical y el esfuerzo de Jorge Pardo son todo un grado, siempre dignos de agradecer. Si además se rodea de dos seguros a todo riesgo como Francis Pose y José Vázquez “Roper”, la música adquiere una dimensión con la que el círculo termina de cerrarse en una perfecta conjunción.
