No cabe duda que el escenario condiciona, el Auditorio Nacional
impone y se nota en el comienzo del concierto y en la asistencia
de público. Casi a la hora prevista y casi lleno.
Son ya varios los proyectos de este tipo que he podido
ver en directo y la verdad, dejando al margen las posturas
puristas, la conclusión a la que llego es que no
son excesivamente convincentes. No quiero decir con esto
que la fusión de estilos no me lo parezca, sino
que desde el disco de Pedro Iturralde Flamenco Jazz
del año 1967 es posible que no se haya dado
siempre con la tecla adecuada.
El concierto en sí supuso un éxito de público
que arengó en todo momento con olés y algún
que otro “¡agua!”, sobre todo en la
intervenciones de Pepe Habichuela a guitarra sola. En
cuanto al grupo no me lo pareció en momento alguno,
la falta de cohesión y de entendimiento obligaba
en no pocas ocasiones a Holland a seguir las evoluciones
guitarrísticas de Habichuela y a convertirse en
un camaleón (apoyándose en su gran técnica)
que disfrazaba su contrabajo de guitarra flamenca.
Parafraseando a Francisco de Quevedo podríamos
decir aquello de: “Érase un contrabajo a
un grupo flamenco pegado, érase un contrabajista
superlativo por otro guitarrista superlativo acompañado”.
Y precisamente esto fue lo más sustancial del encuentro
entre ambos: esa unión de dos representantes máximos
de sus respectivos estilos, su mágica interacción,
sus diálogos o sus intervenciones sin acompañamiento.
Especialmente turbador el tema “Camarón”.
Diálogo de pasiones encontradas cual sangre que
fluyera por las venas donde el uno escucha al otro con
paciente sabiduría. No menos profunda la intervención
en la composición “My Friend Dave”
donde Pepe Habichuela, sin acompañamiento y por
soleá, derrochó pasión en forma de
ríos de lava incandescente que salían incesantemente
de la boca de su guitarra.
De jazz poco, de flamenco mucho. En la composición
de Dave Holland “Joyride” encontramos algo
más de lo primero que de lo segundo. En ella la
ausencia de Pepe Habichuela hizo que fuera Josemi Carmona
quien tomara las riendas del protagonismo junto a Holland.
Su guitarra sonó limpia y diáfana y sus
fluidas conversaciones con el contrabajista dieron lugar
a improvisaciones de percusión de Juan Carmona
y Bandolero.
La conclusión parece obvia después de todo
lo argumentado. Proyecto populista sin solución
de continuidad salvo para giras y grabación de
algún que otro disco. De mayor interés artístico
hubiera supuesto un mano a mano Holland-Habichuela, e
incluso más acorde con el lugar.