El concierto del trompetista neoyorquino Joe Magnarelli fue una gran oportunidad para que acudieran los aficionados a este género musical, de todas las edades, mayores y pequeños, que llenaron prácticamente la sala del auditorio. En esta ocasión estuvo acompañado por un extraordinario trío compuesto por el pianista canadie, afincado en España, Fabio Miano, el gran contrabajista Ignasi Gonzalez y el considerado como uno de los bateristas españoles de jazz más importantes, Esteve Pí. Joe Magnarelli es un músico consagrado con más de cuarenta trabajos editados entre colaboraciones y como líder en distintas formaciones. Algunos de los discos en su haber son Why Not (1995), Always There (1998), New York-Philly Junction (1998 y 2003), ambos proyectos liderados junto al también trompetista John Swana, Mr. Mags (2001) o Hoop Dreams (2006), todos en el sello discográfico Criss Cross, Persistence (Reservoir City Hall, 2008) y My Old Flame (give@go records, 2010), su último trabajo. En otras grabaciones le encontramos también como colaborador de una larga lista de excelentes músicos de la escena jazzística norteamericana y europea, como Ray Barretto, Lionel Hampton, Jim Snidero o Tom Harrell, entre otros.
La sesión comenzó con una composición del pianista Herbie Hancock titulada “Empty Pockets”, marcada por el trompetista a tiempo de swing . Tras la exposición de la melodía, llegaron sus primeros solos, fluido en su lenguaje, ágil y arrojado, seguido de la primera improvisación del pianista. Los dos músicos, principales solistas del cuarteto, llevaron la carga de las improvisaciones en la mayoría de los temas, bien arropados por el contrabajo y la batería de sus compañeros de grupo y por la buena acústica de la sala. “Eracism”, tema estilo cool , incluido en su último álbum My Old Flame , fue la siguiente pieza elegida para continuar con el repertorio, que estuvo basado prácticamente en composiciones de Magnarelli. La elegante y sosegada exposición del tema ejecutada con el fiscorno, a tiempo de vals, dejó paso al pianista, que realizó una sencilla pero elocuente improvisación. El solo más extenso correspondió al trompetista, dando tiempo a mostrar su flexibilidad técnica en el manejo del instrumento (su mano derecha parecía flotar por encima de los pistones del fiscorno) y un excelente control de la articulación o expresión musical. Otro limpio y corto solo del contrabajista fue lo más destacado hasta el momento.
Después de estos dos primeros temas, el trompetista presentó a los fantásticos miembros de la formación y arrancaron con un tema estilo bebop , “Jubilation” de Cannonball Adderley, arrollador, a un tempo alto, en el que solo los grandes músicos de jazz pueden manejarse con coherencia y precisión. La improvisación más lucida fue para el pianista, un maestro en cuanto a este estilo musical ( bebop ) y los solos alternados de trompeta, batería y piano. Esteve Pí destacó aquí también con un enérgico solo de batería. Pasada la tormenta vino la calma en forma de una preciosa balada llamada “Ballad For Barreto”, compuesta por el propio Joe Magnarelli e incluida en su disco Persistence , en memoria del gran músico, percusionista y amigo, maestro de las congas, Ray Barreto. La relajada melodía realizada con el fiscorno dejó ensimismado a más de un oyente, alejándole quizá un poco de su realidad física y corporal. De vuelta al swing , realizaron otra pieza llamada “I've Never Been Love Before”, escrita por Frank Loeser en 1950 y tantas veces cantada e interpretada por la figura más cool de su generación, el gran trompetista Chet Baker. Fue este un tema extenso que incluyó sendas improvisaciones por parte de todos los componentes del cuarteto, comenzando por el contrabajista Ignasi Gonzalez, que realizó un extraordinario trabajo durante toda la actuación, a la par del baterista Esteve Pí, excepcional también con la batería, manteniendo el pulso codo a codo con Gonzalez. La parte más creativa correspondió al pianista Fabio Miano, vertiginoso en su movimiento de dedos, con los que citó algunos fraseos alegres y vivarachos, en consonancia con su personalidad avivada y carismática. El solo apoteósico de batería en manos de Esteve Pí, fue también un momento destacado para disfrute de los presentes en la sala, que agradecidos le respondieron con fuertes aplausos. A mi lado, en primera fila, había un extasiado y respetuoso chaval de once años que, discretamente, no paró de imitar con sus manos los golpes maestros de caja y timbales que iba marcando el baterista. Hay que hacer cantera, pensé, y que mejor manera que los menores puedan ver y escuchar a estos cuatro maestros en directo. La melodía de trompeta cerró esta pieza, una de las más vitoreadas por el público.
Impregnados de esa energía positiva que a veces les transmiten los oyentes, como bien anunció el propio Magnarelli, continuaron con una composición del trompetista llamada “44”, caracterizada por un ritmo medio-latin , que suavizo y encauzó los distintos y extensos solos de trompeta y de piano, a cual de ellos más lírico y elocuente. Ya para despedirse y en agradecimiento a los aplausos y vítores del público tocaron un bis a tiempo rápido llamado “Blues For Leila”, resuelto con cortos solos alternados entre piano, batería y trompeta. En agradecimiento al dueño del club Jazzazza por su colaboración y acogida, después del concierto en el auditorio, el cuarteto se trasladó a este local y continuaron casi otra hora más tocando algunos standards de jazz. Señores, ¿qué más se puede pedir?
En resumen, una velada fantástica y reveladora para todos los que asistimos, mayores y menores, a ver y escuchar a este moderno trompetista neoyorquino y al fabuloso trío que le acompañó.