El tango y el jazz se dieron la mano en el club Jazzazza, lugar de reunión que acoge a lo más representativo del jazz nacional e internacional que transita por buena parte de los clubes y locales de nuestro país. Dos grandes figuras del jazz contemporáneo, a saber, el pianista argentino Federico Lechner y el armonicista español Antonio Serrano, acompañados por el contrabajista Toño Miguel y el baterista Michael Olivera, conformaron un cartel ciertamente atractivo, que no pasó ni mucho menos desapercibido para los aficionados a este género musical. La experiencia estuvo arropada por un buen numero de seguidores, dispuestos a participar de una velada mágica e inolvidable, como así sucedió en esta ocasión.
Federico Lechner es un reconocido músico y compositor con una dilatada experiencia en el mundo jazzístico nacional e internacional, adquirida a través de numerosas colaboraciones en proyectos discográficos y en conciertos junto a figuras consagradas como Perico Sambeat, Jorge Pardo, Javier Colina, Antonio Serrano, Jerry González y Sonny Fotune, entre muchos otros. Además de su faceta docente (implicación en proyectos educativos musicales) y su labor en conciertos para la televisión y el cine, el pianista tiene en su haber seis discos como líder, dos de ellos con la formación Tango & Jazz Trío: Estela (Bost Espacio Creativo 2006) y Beboponga (18 Chulos 2008) y un último CD grabado en Madrid en septiembre de 2009 llamado Falsos limites (Acqua Records) titulo que da nombre a la formación, con el armonicista argentino Franco Luciani. Procede, en esta pequeña presentación, hablar también del colíder y duende del cuarteto, Antonio Serrano, un músico virtuoso con una excelente carrera musical y un gran reconocimiento a escala mundial. Sus colaboraciones con figuras internacionales del jazz y sus incursiones en el flamenco, el pop y la clásica, son una muestra evidente de las distintas disciplinas en las que se mueve. Uno de sus últimos álbumes editados es Armonitango (Sony Music Distrubution 2007) con Federico Lechner, un homenaje a la música de Astor Piazzolla.
El concierto, dividido en dos pases, arrancó con una pieza de Lechner, “El renguito”, incluida en su último disco Falsos límites. La breve introducción del pianista dio paso a la melodía realizada al unísono con el piano y la armónica. La formula del cuarteto estaba en marcha y Serrano acometió con su primer solo de la noche, apoyado por los restantes miembros del cuarteto. Lechner también compartió su espacio de improvisación en el piano, con el que dejaba descubrir su excelente habilidad y el buen sonido semi acústico de su instrumento. Tras esta primera toma de contacto, el líder de la banda presentó a los componentes y anunció una segunda pieza, también de su propia cosecha, “Zamba de Lozano”, dedicada a un buen amigo suyo. Una oportunidad para el baterista, que comenzó a destacar como el elemento rítmico esencial dentro del conjunto. La sesión continuó con otro tema de estilo bebop, a tempo alto (fast) para lucimiento de cada uno de los músicos del cuarteto, en especial del contrabajista Toño Miguel, cuya destreza e interacción resultó ser de lo más destacable durante todo el concierto. Las improvisaciones de piano (enérgicas y limpias) y de contrabajo, dieron paso a una serie de solos cortos alternados de doce compases entre todos los componentes, creando con ello momentos de gran intensidad. La vertiginosa pieza fue seguida de una balada, “El día que me quieras”, un tema contenido en el álbum Sesión continua de Antonio Serrano. La virtuosidad y los solos alargados de armónica y piano fueron premiados con amplias ovaciones por parte del público. Serrano añadió una improvisación magistral para terminar la balada. Antes de finalizar esta primera parte del concierto, Federico Lechner, micrófono en mano, agradeció la colaboración de Antonio Serrano y elogió la unión de los dos proyectos (Serrano/Lechner) que fueron la base del concierto. “Beboponga”, tema que da titulo al último disco del trío, fue una vuelta a los tiempos rápidos, en el que volvían a destacar las improvisaciones de armónica, piano y contrabajo, sin olvidar la presencia inalterada de la batería en los solos cortos de improvisación, antes de la exposición final.
La segunda parte del concierto fue, si cabe, aún más espléndida y sorprendente que la primera. En ella pudimos observar una entrega total del cuarteto. El standard “Giant Steps” de John Coltrane fue el comienzo de un segundo set cargado de intensidades sonoras, debido en parte a los temas escogidos, casi todos de estilo bebop. El tema, realizado a dúo de piano y armónica, alcanzó tal desarrollo que apenas se notaba la ausencia del contrabajo y la batería. La agilidad y técnica de los dos principales solistas casi no dejaba hueco para más instrumentos, por decirlo de alguna manera, nada faltaba y nada sobraba. El éxtasis generalizado llegó con el tema “Otra mina”, composición del pianista, a ritmo de milonga, lento y relajado. Los fraseos de armónica y piano se unían en un lenguaje común, expresivo y elocuente, que invitaba a la abstracción. La entrega del grupo fue aumentando con los siguientes temas del repertorio, en el que hubo casi de todo, desde citas clásicas hasta piezas en formato de blues. Con el tema “Gringo”, contenido en el álbum Beboponga, el concierto ya rozaba casi lo sublime, palabras mayores que dan buen crédito de este sensacional cuarteto. Olivera no quiso despedirse sin realizar antes un último solo de batería, reactivando así los ánimos de toda la sala. El bis no se hizo esperar y el grupo volvió a la carga con el standard “Donna Lee”, de Charlie Parker, una despedida a lo grande como colofón de un excelente concierto que será recordado por los aficionados largo tiempo.