Fieles a la cita de cada verano, en la tercera semana de Julio asistimos a la undécima edición del Festival Internacional de la Universidad de Valladolid, Universijazz, celebrada en el recinto del Museo de la Ciencia de la ciudad. Una edición esta marcada como no podía ser de otra manera por el omnipresente dios de los recortes presupuestarios, y que como consecuencia más notable ha tenido la desaparición de los grupos teloneros, por lo general formaciones llegadas de localidades próximas y que por si solas generan, además de muy gratas sorpresas como fue el caso del grupo Odradec Trío el año pasado, una importantísima cantera de músicos y un público de familiares y amigos que en muchas ocasiones tienen en Universijazz su primer contacto con un gran festival de estas características. Esperemos que en algún momento se pueda retomar esta idea, con el formato habitual u otro que pueda favorecer el disfrute de todos los aficionados.
El Festival comenzó el martes 17 con el quinteto del trompetista Tom Harrell. Esperando en la cola para acceder al concierto ya adelantaba el amigo Mario Benso, gran conocedor de la materia y apasionado del jazz, que recordaba una antigua actuación del maestro estadounidense en nuestra ciudad, formando parte del quinteto de Phil Woods. Y debió ser allá por 1984, cuando según recogen algunas crónicas del momento, Harrell “el abstraído, cabizbajo, ascético, más gárgola que humano. Viva imagen de un monje aferrado a una trompeta” dejó boquiabiertos a los escasos espectadores que acudieron al concierto en la coqueta plaza de Federico Wattenberg. Ciñéndonos ya a la actualidad, la actitud de Harrell en el escenario, que sufre esquizofrenia paranoide desde los 11 años, desconcertó a muchos de los asistentes, que una vez informados, ayudó a consolidar la genialidad de este personaje que es todo un ejemplo de superación humana y demuestra una vez más que la música es algo más que “arte”, conectando con lo más intimo del ser, de igual modo que conectaron los cinco músicos con el público que degustó con intensidad y respeto las composiciones de Tom Harrell. Unos temas directos, repletos de intensidad, sin adornos ni artificios, e interpretados de manera exquisita por el quinteto. Y es que Harrell confía plenamente en sus compañeros que le arropan en bloque desde el disco “Light On” de 2007, el británico Wayne Escoffery (saxo tenor), Danny Grissett (piano y fender rhodes), Johnathan Blake (batería) y el más veterano Ugonna Okegwo (contrabajo), nacido en Londres y con orígenes germano-nigerianos, todos ellos brillantes interpretes que ofrecieron junto al maestro unos de los más emocionantes conciertos de los últimos años del Universijazz.
El miércoles 18 fue el turno del británico Ray Gelato and his Giants, una propuesta diametralmente opuesta a la de Harrell, tanto por lo extrovertido del personaje como por el concepto musical, aunque claramente efectista. Un buen puñado de clásicos del swing y del jump blues impulsados por la sección de vientos y una voz cercana a los registros de Tony Bennett hicieron las delicias de un público heterogéneo y con ganas de pasarlo bien. Sin ser la más original sección de vientos, ni deslumbrar con los coros, lo cierto es que supieron meterse al público en el bolsillo desde el primer tema, y fueron creciendo hasta levantar a todo el aforo de sus asientos con la napolitana "Tu vuò fa l'americano".
La tercera jornada tenía reservada el regreso a Valladolid del guitarrista valenciano Ximo Tebar, tras un largo periodo de ausencias por nuestros escenarios; y lo hizo acompañado del IVAM Jazz Emsemble co-dirigido por el saxofonista cubano Roque Martínez e integrado por los norteamericanos Jim Ridl (piano y fender rhodes ), Darryll Hall (contrabajo y bajo eléctrico) y Donald Edwards (batería). Un proyecto muy interesante este, si bien la falta de rodaje hizo que la actuación tuviera algún altibajo. Destacó una brillante versión del “Tres notas para decir te quiero” de Vicente Amigo y un impresionante e intensísimo final de concierto con Roque y Ximo entregados al máximo, primero con el tema que da nombre al disco del cubano, “Six hour later” y después con el “Pink panther theme” de Henry Mancini y el “Do I do” de Stevie Wonder, haciendo vibrar al público.
El broche a esta edición especial lo puso el viernes la cantante Roberta Gambarini, que acudió acompañada por Justin Robinson (saxo Alto y flauta), Sullivan Fortner (piano), Ameen Saleem (bajo) y Quincy Phillips (batería), ofreciendo a priori un cierre de lujo al festival, al estar la artista italiana en las primeras posiciones del podio de las voces femeninas del jazz actual. Y no defraudó, su amplio registro vocal y su simpatía dejaron pronto huella con temas como “On the sunny side of the street”, “Lover come back to me”, “Moody's Groove” o el clásico italiano de Bruno Martino “Estate”. Si algo más se puede pedir, sería poder disfrutar de esta delicia en un entorno más cercano, como el escenario de un pequeño club de jazz.
El Universijazz ha dado este año un paso más hacia delante, con una programación muy completa y variada, venciendo las dificultades, obteniendo una numerosa y positiva respuesta por parte del público, y contando de nuevo con el impulso social y cultural de la Universidad pública, algo que es muy de agradecer, más aún hoy cuando corren tiempos muy difíciles para la música en directo. ¡Gracias a todos!
