Componentes:
Francesco Bearzatti, saxo tenor y clarinete, efectos
Giovanni Falzone, trompeta, efectos
Danilo Gallo, bajo eléctrico
Zeno de Rossi, batería
Comentario:
Un concierto divertido, con algunos grandes momentos, pero algo resultón también. Me explico. El proyecto del saxofonista Bearzatti ‘Monk & Roll’, que aparecerá el año que viene en disco (buena cosa esto de ‘girar’ antes de grabar, seguro que el disco tendrá su aplomo), consiste en un dispositivo de sencilla visualización: se trata de combinar patrones melódicos y rítmicos de, por un lado, Thelonious Monk, y por el otro, de archiconocidos riffs del rock de los 70 y los 80, desfilando por ahí cosas de Pink Floyd (“Money”), Lou Reed (“Walk on The Wild Side”), AC/DC (“Back in Black”), David Bowie & Queen (“Under Pressure”), Michael Jackson (“Billie Jean”), The Knack (“My Sharonna”), o Police (“Walking on the Moon”), entre otros. De Monk escuchamos algunos de sus highlights, como “’Round Midnight”, “Blue Monk”, “Off Minor”, “In Walked Bud”, “Bemsha Swing”, “Brilliant Corners”, etc. Los patrones elegidos son mínimos y sin desarrollos: sólo estribillos, melodías principales, riffs… El ocurrente ejercicio consiste no tanto en fundir o sumar un tema de cada, sino en el de inscribir uno de los patrones en el interior del otro, haciendo una especie de bypass que según el caso estaba más o menos logrado. Por ejemplo, usando una melodía de Monk con una base rítmica de uno de los temas de rock. O bien haciendo confluir un fragmento melódico con un estribillo distinto. O también integrando, en un trabajo casi de bisutería, un grupo reconocible de notas en medio de otro más amplio y asimismo reconocible. Algunas veces la imbricación entre unos modelos y otros se daba con sorprendente naturalidad, mientras que en otras se requería de algo de quirúrgica. Habida cuenta de que próximamente saldrá a la calle un disco con este trabajo, dejaremos que las combinaciones que se dieron las imagine el lector, y sólo le diremos, ¿cómo vería un “Walking on the Moon” con “'Round Midnight”?
Respecto a los modelos rockeros seleccionados se le podría objetar a Bearzatti que haya elegido ejemplos tan reconocibles, pero creo que en eso precisamente consiste parte de la gracia del juego propuesto. Es decir, un poco a la manera de uno de los informales proyectos paralelos de Pascal Comelade, “Riffifí. L’asuntu del rock’n’roll”, en el sentido de que la repetición fragmentaria de un determinado patrón llegaría a disolver la noción de autoría, y no es importante tanto por este hecho en sí como porque permite constatar que algunas músicas –o si se prefiere partes de ellas– serían patrimonio afectivo de todo el mundo, serían como “universales”. Al menos esta es una de las lecturas que yo hago, lo cual no quiere decir que dicha idea forme parte de los objetivos del italiano. En lo que respecta a ‘Monk & Roll’, esto es importante pues al situar en un mismo nivel todas las piezas, otorga al pianista una categoría “popular” que lo aleja de las habituales lecturas que frecuentemente pretenden convertirlo en “clásico”.
Algunos recordarán un proyecto anterior del saxofonista, el trío Sax Pistols (junto a Stomu Takeishi y Dan Weiss), que dejó grabado un potente disco en el sello Auand. Pues bien, aunque la forma en que allí se materializa esa yuxtaposición entre rock y jazz era distinta, podemos decir que este 'Monk & Roll' surge en parte de aquello. O al menos por lo que respecta al frecuente uso que Bearzatti hace del saxo tenor con pedales bien característicos del rock (flanger, fuzz, delay), lo que convierte su sonido en una guitarra eléctrica, pero tal cual. Esa sonoridad, que sólo la aplica al saxo pues con el clarinete prefiere preservar su tesitura redondeada y algo melancólica, junto a la sección rítmica netamente rockera que forman Gallo y De Rossi, y el sorprendente quehacer de Falzone, tanto a la trompeta como, sobre todo, en los divertidos sonidos que emitía con la boca o con partes de su trompeta, son el sello claro de este efectivo cuarteto que plantea en 'Monk & Roll' una propuesta que si bien no es nada del otro mundo sí resulta refrescante y, lo que es más importante desde su perspectiva de músicos profesionales, les puede suponer un buen reclamo a la hora de ser contratados.
No obstante, lo que más me gustó de todo es el desparpajo y la manera en que, especialmente sus frontman, Bearzatti y sobre todo el genial y disparatado Falzone, se metieron al público en el bolsillo, de una forma típicamente “rockera” (en el sentido de como en los espectáculos de rock). Con sentido del humor y energía, Falzone consiguió que todo el público de la sala se pusiera a tararear el estribillo de “Walk on the Wild Side”, lo cual no deja de tener su gracia si pensamos que estábamos en el contexto de un festival de jazz: iconoclasia y descaro. Un detalle que denotaba, además, que ya llevaban hechos un puñado de conciertos hechos antes del de esa noche.
Aparte de todo, tenía ganas de ver este espectáculo especialmente por De Rossi y Gallo, miembros importantes del colectivo italiano El Gallo Rojo, que se caracteriza por ser una especie de contrapartida mediterránea de esos núcleos vanguardistas que hay en Nueva York o San Francisco y que hacen su música partiendo de una equidistancia entre el jazz y el rock, e incluyendo también otros muchos géneros. Hay una constante en el trabajo de la música que facturan estos italianos, y es su imaginación proyectiva. Una música moderna formulada en propuestas de gran riqueza. Y en este sentido he de decir que me hubiera gustado más verlos en otros proyectos suyos de mucho más empaque, como Mickey Finn, Orange Room, Einfalt, o ese fabuloso trío que es Guano Padano. Que tome nota quien le corresponda.