Componentes:
Esperit!
Mau Boada: voz, guitarras, batería, teclado, flauta, efectos y loops
The Ex
Terrie Hessels: guitarra eléctrica
Arnold de Boer: voz, guitarra eléctrica y sampler
Andy Moor: guitarra eléctrica
Katherina Bornefeld: batería y voz
Comentario:
Como a uno le gustan Les Aus, el dúo que forman Mau Boada y Arnau Sala, es lógico que también le gusten los proyectos por separado de estos dos jóvenes e inquietos músicos del área de Barcelona. Esperit! es la singular propuesta de ‘hombre orquesta’ de Mau Boada, una propuesta en la que, como no podía ser de otra forma, es posible reconocer algunas cosas de Les Aus. Sin embargo, Esperit!, que surge de un planteamiento parecido, esto es, bases que van creciendo y modificándose a medida que sobre ellas se improvisa o se añaden cosas, toma en un cierto punto otros derroteros. Sobre todo porque en este proyecto Boada parece estar más abierto a géneros o estilos que en Les Aus no son tocados (o al menos no de una forma tan evidente.) Aparte del primer tema, una especie de enrrollada de sonoridades amplias y regusto oriental, que podía recordar a Les Aus y a ese sonido suyo que a su vez recuerda al krautrock más hippioso (y además fue en la única pieza en la que Boada usó una flauta de pico, como suele hacer en el dúo), el resto de piezas recalaban en géneros y formas más inmediatos y populares, sobre todo variaciones de la música pop norteamericana: blues, psicodelia, garage rock, folk montañero… La particularidad de lo que propone Boada, no obstante, está más en el ‘cómo’ que en el ‘qué’. Ese enfoque de hombre-orquesta que es capaz de hacérselo todo él solito con la simple ayuda de un ‘loopeador’ con el que va pregrabando las bases que hace en directo (nada hay preprogramado), y sobre las que después va añadiendo y desarrollando el tema. La idea de Boada no es tanto la de demostrar la destreza que pueda tener con los distintos instrumentos, que además en algunos casos, como pueda ser con la batería, es más bien discreta (recordemos que él es guitarrista); sino que lo que realmente importa son el ingenio y la gracia con los que todo ello se hace. Es cierto que a veces el resultado quedaba un tanto esquemático y plano, pero en otras el efecto conseguido era de lo más acertado. Un momento especialmente divertido –y un punto irónico– fue cuando tocó una guitarra (mano izquierda) y una batería a la vez (mano derecha) para pergeñar una especie de stoner rock desnudo (o pre producido).
Es difícil lograr lo que han conseguido The Ex después de algo más de 30 años de funcionamiento (lo que se dice pronto). E incluso diría, a pesar de su dilatada carrera. Pues, viendo lo que uno ve, lo más usual en bandas con tan larga trayectoria es que menudeen los cambios de rumbo y volantazos. Pero no es el caso de los holandeses, que además en todo este tiempo han variado su formación (de los inicios sólo queda Terrie, pues Katherina entró unos años después y Andy se sumó a principios de los 90). En todo este tiempo, The Ex no han perdido su identidad, incluso al contrario, la han reafirmado echando mano incluso de cosas que quedaban fuera del planteamiento inicial de la banda, pero que ellos han sabido adaptar a su espíritu combativo y experimental.
Que The Ex comenzó como un grupo punk lo sabe todo el mundo, así como es bien sabido también que a los pocos años de existencia, cuando ya empezaban a recorrer caminos menos obvios y más inteligentes, un importante contingente de sus seguidores iniciales iría abandonándolos. Y eso, visto en perspectiva, debió ser positivo. ¿Por qué? Pues, de entrada, para quitarse presión, cosas como el deber de agradar (que no es la comercialidad, sino el hecho natural de agradar a los que te siguen), contemporizar, etc. Pero, aparte de un primer y breve período inicial, marcadamente ortodoxo dentro de lo que era el primer punk-rock, The Ex pondría rápidamente distancias inclinándose por una forma del punk mucho más original, elaborada, creativa y sorprendente. Ellos siempre han admitido que sus primeras grandes influencias en su día a día provenían de grupos como The Mekons y Gang of Four. Es decir, los heterodoxos de la heterodoxia (y aún hoy siguen sonando así). Y es curioso comprobar cómo aún hoy, la otra noche por ejemplo, ese deje, esa querencia y ese sonido tan determinado siguen estando muy presentes. Los punteos rítmicos de Terrie lo están anunciando constantemente, incansablemente. Y me parece fenomenal que sea así, pues pone de manifiesto que sus principios, convicciones y actitud no han variado. En todo caso, lo dicho antes, se han reafirmado.
Pero como no sólo de intenciones –aunque éstas sean buenas– vive el hombre, la música de The Ex ha crecido y evolucionado a partir de un modelo que han ido trabajando lenta y cuidadosamente. Esa demoledora combinación de las guitarras de Andy y Terrie es su principal marchamo. Con ellas consiguen una polirritmia punzante y afilada, de aspecto agresivo pero con mucha más riqueza y variedad de lo que podría parecer. De hecho, podríamos hablar de una lingua franca que ellos han creado y manejan a su antojo. Y lo mejor de todo es que ese esfuerzo y ese trabajo sigue dirigiéndose hacia el mismo sitio: crear una música popular y fuerte, que en parte recupere aquel espíritu contestatario y rebelde que siempre debería tener el rock. Porque ver a The Ex en directo es entender que lo que hacen tiene más que ver con el rock que el 90% de los grupos y formaciones que dicen que lo son (y que en realidad lo que hacen es facturar productos industriales.) Entre lo anfetamínico y lo experimental, los directos de The Ex son acontecimientos que siempre se viven intensamente, eventos nada escapistas que ponen ante el público su perspectiva de la realidad.
Hace tres años hablamos aquí mismo del concierto que ofrecieron en Barcelona en su gira del 30 aniversario. Entonces hacía poco que su vocalista de siempre, Sok, había dejado el grupo, y en su lugar había entrado el más joven Arnold de Boer. Ya dijimos entonces que Sok era insustituible y que había que tener paciencia con De Boer. Bien, pues respecto a aquello, la buena noticia es que la banda ha ido cuajando esta incorporación. De Boer ha sido listo y en lugar de pretender emular a Sok ha decidido hacer las cosas a su manera, aportando además un tercer sostén rítmico con su guitarra que enriquece todo el conjunto.
En fin, que ver a The Ex siempre es una garantía (y esto no se puede decir de mucha gente).