DANIEL HUMAIR TRÍO + ELLERY ESKELIN - RAMINIAK-GARBOWSKI-GRADZIUK TRÍO
27º Festival de Jazz de Getxo

  • Fecha: 5 Julio 2003

  • Lugar: Plaza Biotz Alai

  • Componentes:

    RAMINIAK-GARBOWSKI-GRADZIUK TRÍO
    Przemyseaw Raminiak (piano)
    Maciej Garbowski (contrabajo)
    Krysztof Gradziuk (batería)

    DANIEL HUMAIR TRÍO + ELLERY ESKELIN
    Ellery Eskelin (saxo tenor)
    Daniel Humair (batería)
    Marc Ducret (guitarra)
    Bruno Chevillon (contrabajo)

  • Comentario:  

    CONCURSO DE GRUPOS: RAMINIAK-GARBOWSKI-GRADZIUK TRÍO

    Diez minutos de retraso, que incluyeron una advertencia frente a esa pesadilla contra el silencio en los conciertos que son los teléfonos móviles, precedieron a la actuación de la formación polaca "Raminiak – Garbowski – Gradziuk Trio". Los 45 minutos de rigor (obligaciones del concurso) dieron tiempo a cuatro temas de muy diversa duración. De los 5 minutos del primero a los 18 del penúltimo. Su breve actuación hizo disfrutar a la mayoría del público asistente gracias a una sonoridad muy pareja a la del trío de Brad Mehldau.

    El trío de músicos demostró un trabajo bien conjuntado (¡cómo no en estos tiempos!) unido a una buena técnica. Si bien ésta se volvió contra el batería que, incansable él, intentó demostrarnos que era capaz de tocar continuamente su instrumento aún cuando el tono reposado, en algún momento determinado,  requiriera más bien de sutileza que de sobreactuación. Su efectismo les hizo ganadores del premio del público.

    DANIEL HUMAIR TRÍO + ELLERY ESKELIN

    Unas pocas notas del cuarteto formado por el trío de Daniel Humair más el saxofonista tenor Ellery Eskelin sirvieron para demostrar que tanto en el jazz como en la vida la experiencia es un grado. Cinco largos temas en 80 minutos, más un breve bis de apenas 7, sirvieron para demostrarlo. A lo largo del concierto lograron el punto justo de equilibrio entre ortodoxia e intensidad/densidad. Sin concesiones hacia el público dieron una lección magistral de improvisación en directo.

    A partir de composiciones de los distintos componentes, uno a uno los músicos demostraron por qué se puede hablar de esta formación como de un supergrupo.

    El guitarrista francés Marc Ducret dejó bien asentados los motivos por los que es uno de los guitarristas más interesantes en la actualidad. Su heterodoxia tanto en los solos como acompañando a sus colegas le han llevado a ser partícipe en proyectos de históricos (ya) del jazz como Tim Berne.

    Ellery Eskelin demostró ser uno de los saxofonistas con voz propia en el jazz actual. Poseedor a su vez de una carrera más que interesante, aunque norteamericano de nacimiento, la mayoría de sus trabajos están siendo editados en el sello suizo HatOlogy (sin duda alguna uno de los sellos que pueden presumir de un marchamo de calidad inherente a su etiqueta).

    Bruno Chevillon, el segundo componente francés del cuarteto, es el más desconocido entre sus compañeros. Eficaz por naturaleza, desde la discreción de ser acompañante obligado, supo dar muestras de su brillantez a lo largo de todo el concierto tanto con el "pizzicato" como con el arco.

    Daniel Humair atesora casi cinco décadas de experiencias diversas. Su larga carrera ha permitido a los aficionados escucharlo acompañando a importantes figuras con estilos muy diversos como Eric Dolphy, Michel Portal (a quien estaba dedicado el cuarto tema del concierto), Gerry Mulligan o Johnny Griffin. Los 20  minutos del tercer tema sirvieron para demostrar su maestría: partiendo de una base cuasi "hard-bopera", que desembocó en una fase que muchos calificarían de caótica, su llamada de atención al resto del grupo por medio de cuatro  baquetazos sirvió para reconducir inmediatamente, y sin solución de  continuidad, a unos músicos aparentemente desbocados hacia la correspondiente ronda de solos.

    Mención especial merece la respuesta del público a las propuestas por parte de las dos formaciones. Los intensos aplausos para la ortodoxia de los primeros se convirtieron en una aparente indiferencia por una parte del respetable hacia las propuestas de los segundos. Esto originó que mientras una parte de los asistentes pedíamos con intensidad el correspondiente y merecido bis el resto procuraba salir de la plaza Biotz Alai con la mayor velocidad posible, lo que les privó del magnífico bis de aires irlandeses.

    En definitiva, un lujo para los aficionados poder disfrutar en un festival como el de Getxo de propuestas actuales de un histórico como Daniel Humair, que visto lo visto, no tienen cabida ya en otros festivales con mucho más nombre, con muchas más ediciones y con propuestas mucho menos edificantes.

    José Francisco Tapiz

 

   
   
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