El cuarteto de Pepe Evangelista se ocupó de clausurar una edición más de Iberojazz para deleite de un público que, con una asistencia notable, confirmó el asentamiento de este ciclo entre los aficionados. La elección del colofón no pudo ser mejor pues servía también a la formación para presentar su primer trabajo discográfico titulado Teima. Su aparición en el mercado supone un importante paso adelante en la calidad y en las miras del jazz gallego actual y, en particular, en la trayectoria ascendente de Evangelista. De aquella concepción apegada al standard que definíamos en esta misma columna como jazz apolíneo por su clasicismo y claridad expositiva, el guitarrista coruñés ha avanzado hacia estructuras más libres y abiertas. Sus temas no sólo cautivan por desarrollos más profundos y arriesgados que los de antaño, sino también por melodías fácilmente reconocibles y con sobrada personalidad. A esa sensibilidad en el terreno de la composición hay que sumarle el formidable ensamblaje y compenetración de las cuatro piezas que forman el cuarteto. Miguel Cabana llena el espacio con especial oportunidad y con una enorme capacidad para decir muchas cosas y sugerir otras sin atosigar y siempre pendiente del discurso de sus compañeros. Kin García crea una poderosa y dinámica línea rítmica que rompe cuando le viene en gana con pequeñas incursiones en nuevas ideas. Su inquietud y constante búsqueda engrandecen el sentido de la música de Evangelista y potencian sus posibilidades. Roberto Somoza sigue en su mejor disposición y su concurso, tanto en directo como en el disco, es determinante. Su utilización de efectos en el sonido del saxo puede abrir para él una vía muy interesante en su concepción de la música. El estilo de Evangelista como guitarrista también ha cambiado: más espacios, más apoyos en acordes y, en general, un ataque más moderno e incisivo. De la seday la delicadeza se ocupó Belén Xestal haciendo suya la voz de Rosalía de Castro en conseguidas adaptaciones de dos de sus poemas.