Comentario:
En ocasiones, uno se siente deslegitimado a la hora de escribir sobre música. A veces, un disco o un concierto resultan de una intensidad tan enorme que resulta desleal, y en cierta manera ridículo, intentar transmitir mediante la palabra algo que nació para encontrarse directamente con el alma. El concierto de Agustí Fernández, Barry Guy y Ramón López del pasado 19 de julio en Vitoria fue una de esas experiencias inolvidables que deben ser contadas pero, sobre todo, deben ser vividas.
Aurora es uno de los discos mas interesantes que se han oído en España en mucho tiempo. Un
tour de force compositivo para Fernández e interpretativo para un trío dotado de una elocuencia sin límites. La música que contiene es reflexiva, intensa y emocional, con una envolvente calidez mediterránea que te arrastra a su interior en pocos minutos. En concierto, desde la primera nota hasta la última, cada una de sus virtudes se ve amplificada hasta límites impresionantes, quedando el espectador a completa merced de los sonidos que se entrecruzan entre sí, aparentemente independientes pero misteriosamente inseparables.
Abrió el recital “Don Miquel” en manos de un Barry Guy enorme, que se mantuvo escalofriante a lo largo de todo el concierto. Después de “Odyssey”, escrito por Guy, llegaba el delicioso “Can Ram”, y mientras Agustí Fernández contaba la historia, sus compañeros la enriquecían a cada segundo. Decir que Ramón López toca la batería es de una simpleza insoportable. López es un percusionista, un hombre de recursos infinitos, en el sentido más literal. Sus dibujos, lanzados al aire con pinceladas sofisticadas, se dejaban caer sobre la música, abrazándola. Y por debajo, haciendo vibrar el aire de la sala y removiendo nuestro interior, el piano de Fernández…
Los temas se sucedían, “David M.”, “Aurora”, “Void”… Todo era una nube de belleza incontenible contenida (¿es esto posible?), sujetada por la calma tensa del trío y por la implicación de un público hipnotizado. En ocasiones, entre un tema y otro, algún asistente reparaba en que, en algún momento, su respiración había quedado contenida, sustituida quizá por la brisa mediterránea de Aurora.
Debo dejar de escribir si no quiero seguir regodeándome en la obscenidad, la absoluta irresponsabilidad de intentar expresar con palabras las sensaciones producidas por el concierto de Agustí Fernández, Barry Guy y Ramón López en Vitoria. Sí me permito, en cambio, afirmar con rotundidad que fue sin duda el mejor concierto de un festival que, quizá, no estuvo a su altura.
Aurora, haciendo honor a su nombre, es el amanecer de un nuevo día en el jazz de nuestro país. Un nuevo día que promete sensaciones álgidas y, con un poco de suerte, tan indescriptibles como este concierto.
Texto: © 2008 Yahvé M. de la Cavada
Fotografías:© 2008 Sera Martín