Agustí Fernández || Imaxinasons || Tomajazz

Comentario:

Si en octubre de 2002 Diego Sánchez Cascado se refería como una comedia bufa al hecho de que habían pasado dos años desde que Ramón López publicó su disco Songs Of The Spanish Civil War (Leo Records) hasta que se presentó en directo en España (1), en 2009 resulta difícil encontrar palabras que sin herir algunos oídos sirvan para calificar el hecho de que han pasado casi siete años hasta que este proyecto ha podido dar su segundo concierto en España. Pero este país es como es. Mientras este directo ha podido disfrutarse en distintos países de Europa a lo largo de estos años, aquí seguimos como quien oye llover. Lo cierto es que es una marca notable para un proyecto compuesto por canciones pertenecientes a la música popular de nuestro país, integrado por improvisadores europeos de primer nivel y liderado por un batería alicantino que, reconocido fuera de nuestro país, es caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. Un logro cultural del que sin duda algunos responsables políticos y culturales se podrán sentir orgullosos.

Sin embargo, y por encima de la protesta y la reivindicación, permanece la música como expresión artística, y lo cierto es que este proyecto no sólo sigue vivo, sino en muy buen estado. Tanto, que no resulta extraño que Ramón López tenga la intención de reactivarlo. La formación que visitó Barcelona presentaba sendos cambios respecto de la que grabó originalmente el disco y la que visitó Huesca en 2002. En esta ocasión el saxofonista Daunik Lazro sí visitó el escenario del Mercat de las Flors (el fallecido saxofonista Elton Dean ocupó su lugar en Huesca), mientras que el puesto del trombonista y multi-instrumentista Thierry Madiot ha sido ocupado por Agustí Fernández. Ramón López y el pianista han colaborado frecuentemente en los últimos años: en grupos como Tri-ez o Aurora, o en algunos conciertos del proyecto de Fernández en homenaje a Ornette Coleman, Lonely Woman. Su incorporación al grupo no se puede calificar sino de totalmente acertada.

El planteamiento en Barcelona fue muy distinto al del disco. Si en éste aparecían diez temas expuestos como tales, parte de ellos sirvieron en el concierto como plataformas de lanzamiento y de ligazón de las improvisaciones del quinteto. A lo largo de la hora que duró el concierto fueron surgiendo entre las creaciones instantáneas las melodías de “Els segadors”, “En la plaza de mi pueblo”, “Mendiko negarrak” “La Santa Espina”, “El Quinto Regimiento”, “Ay Carmela”, o “Los cuatro generales”, en un más que merecido bis que cogió por sorpresa a los compañeros de Ramón López. El resultado fue una suite en la que se alternaron momentos de distinta intensidad que fueron más allá de un efectismo vacío, y en la que un elemento imprescindible y esencial fue el diálogo proactivo entre los cinco músicos.

Para quienes habían escuchado el disco pero no habían tenido la suerte de haber visto con anterioridad esta propuesta en directo, posiblemente la mayor sorpresa fue la del papel del cantante Beñat Achiary. Al contrario de lo que ocurría en la grabación, su participación se hizo indispensable a lo largo de todo el concierto en forma de improvisaciones vocales, declamando versos o cantando con su voz potente y clara. En directo Achiary no es un invitado puntual, sino un instrumento más con un rol similar al de sus compañeros. Paul Rogers fue otro foco de sorpresas con su contrabajo de siete cuerdas, que además incluía un cordal bajo el mástil del que el británico se sirvió para ampliar la ya de por sí amplia paleta sonora de su instrumento. Sin embargo, ello habría servido para bien poco si no estuviéramos ante un maestro. Rogers lo mismo trabajó en el apoyo a sus compañeros que demostró su brillantez en los momentos en que ejerció como solista. Daunik Lazro se mostró como el más lírico de los cinco músicos a lo largo de sus intervenciones, especialmente en un solo precioso y emocionante. Por su parte, Agustí Fernández es una gran incorporación para el proyecto. El mallorquín apareció totalmente integrado en el quinteto y nos permitió disfrutar de su arte tanto sobre el teclado, como trabajando dentro de su instrumento. Finalmente está Ramón López: ¡qué decir de él! Aunque es su proyecto, está claro que los elementos más importantes son sus compañeros. Atento a sus evoluciones supo administrar sabiamente y con mesura todo su arsenal percusivo, como ese cajón que ha sustituido desde hace unos años a la tradicional banqueta, o esas tablas que aparecen ya incorporadas como elementos fijos de su batería.

La música emocionó, nos puso los pelos de punta a más de uno e incluso nos hizo llorar de alegría y de emoción. ¡Qué más se le puede pedir a unos músicos y a la música!